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Regadera plástica
Regadera plástica

Regadera plástica. Hecha en la URSS. 1980s. Colección Cuba Material.

Cuando visitaba a mis abuelos, a veces les ayudaba a regar las plantas con esta regadera.  Me la deben haber comprado mis padres en el sorteo anual de juguetes. El agua salía por un plato en forma de girasol, de color amarillo que hace años se extravió (o se utilizó para otra cosa).

Mis abuelos tenían su propia regadera, mucho más grande, de metal verde y pico que terminaba en un plato con muchos orificios, como los de las duchas.

Mi regadera plástica era más linda y moderna que la de metal de mis abuelos, pero no creo que haya sido ese el motivo por el que decidieron conservarla cuando se rompió.

Portavasos

Portavasos. Colección Cuba Material.

Mi mamá dice que estos portavasos son de origen socialista, pero no está segura. Tampoco sabe si mis abuelos los compraron en Cuba o si algún amigo o familiar se los trajo de regalo, al regresar de un viaje por Europa del Este o la URSS. Los usaron poco, en cualquier caso. Mi abuelo siempre prefirió los portavasos de cartón.

Con ellos, Cuba Material brinda por un 2018 feliz.

Envase del medicamento en gotas Tetracor. Producido por Chinoin, Fábrica de Medicamentos y de Productos Químicos de Budapest, Hungría. Colección Cuba Material.

Según el portal sobre las marcas genéricas y sus equivalentes, el Tetracor se emplea para tratar fallos respiratorios. Este, que se comercializaba en Cuba proveniente de la Hungría socialista, era producido por el laboratorio farmacéutico Chinoin, fundado en ese país en 1910, nacionalizado en 1948 y privatizado una vez más en 1991, cuando fue convertido en una empresa mixta con capital también francés.

El nombre del medicamento, de raíz griega, alude a un particular acorde musical, quizás parecido al silbido de quien no logra respirar bien. Curiosidades de los nombres.

Flotadores de pesca Znak
Flotadores de pesca Znak

Flotadores de pesca Znak. Hechos en Checoslovaquia. 1980s. Colección Cuba Material.

Los restos materiales del flujo de personas entre Cuba y los países del campo socialista abarcan todas las esferas de la vida cotidiana y se distinguen en calidad y estética de gran parte de la materialidad del socialismo cubano. Los técnicos, ingenieros y cuadros políticos que viajaron a Europa del Este compraron, además de ropa, calzado y electrodomésticos, productos más suntuarios de gran atractivo en el contexto cubano.

Mi tío Leopoldo viajaba todos los años a Checoslovaquia. Allí, entre otras muchas cosas, solía comprar avíos de pesca.

Detergente para fregar Antek
Detergente para fregar Antek

Detergente para fregar Antek. Hecho en Polonia. 1980s. Colección Cuba Material.

En los años 1980s se comercializó en Cuba un detergente líquido para fregar, hecho en Polonia, de marca Antek. Venía envasado en pomos plásticos de color gris o carmelita oscuro, con letras blancas. Cuando nos íbamos de vacaciones a la playa, me cuenta mi mamá que solíamos llevarnos este detergente para lavarnos la cabeza. Con él obteníamos mejor espuma que con cualquier otro champú comercial al mezclarse con el agua salobre de Guanabo.

En mi casa se guardaban los pomos de Antek para envasar insecticida u otros detergentes de fregar, pues su boca dejaba salir solamente un delgado chorro de líquido cuando se apretaba el pomo, de plástico flexible.

Disfraces de odalisca
Disfraces de odalisca

Disfraces de odalisca. Casa de los disfraces, Habana. Alrededor de 1980.

Un amigo, profesor de The New School, me comenta sobre Cuba Material:

Me hizo pensar en mi disfraz de carnaval—fui vestido de ‘andaluz,’ fue confeccionado por mi madre, ‘la gallega,’ y ahora (…) entiendo que el disfraz fue parte de una resistencia conservadora y católica a los cambios revolucionarios que se iban imponiendo dentro y fuera de nuestra familia (…) etc. Y ahora que me recuerdo del disfraz y lo que viví durante el carnaval me invade un sentido de…

Yo también tuve disfraces que no olvido. El de odalisca que mi hermana y yo llevamos en la foto, que mis padres rentaron en la casa de los disfraces de Galiano, en La Habana, lo usamos en una actividad de la escuela. Inspirado por estos, mi abuelo organizó después una sesión de fotos en su casa, para la que preparó un set en una esquina de la sala, con cojines y sábanas. Mi abuela nos maquilló y adornó con sus collares. A a hermana y a mí solo nos tocó hacer de odaliscas, lo mejor que pudimos.

Sin embargo, el «disfraz» más memorable de mi infancia fue el de la fiesta de fin de curso de primer grado, cuando hice de reina en la obra El Ratoncito Pérez. Me puse el vestido que mi mamá usó en su primera comunión, y en la cabeza, una estola de seda de mi abuela y la tiara de su boda. Los niños de mi aula no paraban de decirme que era la niña con el disfraz más lindo de la escuela, tan contentos ellos como yo. Pero cuando recogía los caramelos de la piñata de la fiesta que hicimos en el aula, alguien me pisó el vuelo y la tela de la saya, que estaba podrida, y esta se rasgó. Luego llegó a mi aula el rumor de que una niña de otro grado tenía un vestido más bonito que el mío. Se trataba del traje nacional de una de las repúblicas de Europa del Este. Un traje colorido, floreado, exótico y, sobre todo, nuevo.

Disfraces de odalisca

Sesión de fotos con disfraces de odaliscas. Alrededor de 1980.

disfraces infantiles

Vestido de comunión usado como disfraz para representar una reina. 1980.

disfraces infantiles

Vestido de comunión usado como disfraz de reina. Fiesta de fin de curso de la escuela Nicolás Estévanez. 1980.