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Borrador de pizarra
Borrador de pizarra

Borrador de pizarra. Ministerio de Educación. Alrededor de 1970s-1980s. Colección Cuba Material.

Hay un grupo de objetos que bien pudieran ser el símbolo de la escuela primaria de los tempranos años ochenta: los bolígrafos desechables con que nos obligaban a escribir en primer grado; el franelógrafo que los profesores usaban porque se los exigía la metodología docente; el radio que una vez a la semana instalaban a la entrada del aula y desde donde escuchábamos las lecciones de educación musical que nos impartía «la profesora invisible», quien nos hacía repetir odiosos ejercicios de vocalización; la merienda que invariablemente alternaba torticas de morón, masas reales, marquesitas y galleticas dulces, siempre acompañados de una botella de refresco; las bandejas de aluminio en que nos entregaban, a través de una mugrienta ventanilla, el almuerzo que apenas me atrevía a probar; los largos punteros de madera con que los maestros señalaban el contenido escrito en la pizarra y, muchas veces, zurraban a los alumnos majaderos, y los borradores de color verde con el mapa de Cuba dibujado a relieve y resaltado por el polvo de la tiza.

La felpa del borrador, que es con lo que se borraba, estaba dividida en franjas, que el encofrado de plástico mantenía apretadas y que, aún así, tendían a abrirse y separarse con el uso.

Borrador de pizarra

Borrador de pizarra. Ministerio de Educación. Alrededor de 1970s-1980s.