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Durante la preparación de la exposición Pioneros: Building Cuba’s Socialist Childhood, Teresa Valladares me presentó (vía correo electrónico) a María del Carmen Núñez Uncal y Mayra Navarro, antiguas especialistas del Departamento Filológico de Narraciones Infantiles de la Biblioteca Nacional, para el que realizaron muchas adaptaciones de cuentos infantiles, publicadas por ese departamento. Por correo electrónico, ambas me contaron sus experiencias. Les he pedido permiso para publicarlas:

Te respondo con relación a lo que solicitas. Desgraciadamente en la Biblioteca Nacional desapareció el Departamento Juvenil y con ello prácticamente toda la colección. Inicialmente mandaron mesas, sillas, computadoras y parte de la colección a la Casa de la Cultura de Plaza pero un tiempo después se determinó reabrir Juvenil en la Biblioteca y un buen día lo recogieron todo, lo llevaron para allá y empezaron una construcción que jamás se terminó. No sé dónde fueron a parar las cosas que recogieron. Me jubilé en diciembre del 2007 y estuve contratada dos años más impartiendo la actividad de Bebeteca a niños de 2 a 4 años, hasta el 2009. Un buen día dijeron que tenía que cumplir el horario de 8 horas y trabajar el sábado y dejé el contrato. Hasta entonces preparaba la actividad en mi casa, los materiales, la música, e iba a la biblioteca el día en que la misma se realizaba. De la biblioteca te puedo decir que esa fue mi segunda casa porque fueron 47 años ininterrumpidos los que estuve allí.
De la publicación de las adaptaciones de cuentos te digo que se inició en 1963 con unas adaptaciones de Eliseo Diego de cuentos famosos de la literatura infantil. Estaban impresos en unas hojas sueltas y los había en los tres niveles [se refiere a 1ro y 2do grados, 3ro y 4to grados, y quinto y sexto grados]. Allí también comenzaron los artículos de Teoría y Técnica del Arte de Narrar que después conformaron los folletos.
En forma de folleto se iniciaron en 1966 en tres niveles: 1ro y 2do, 3ro y 4to y 5to y 6to grados y Teoría y Técnica del Arte de Narrar. Se llamaban Adaptaciones de Cuentos para Niños de… (y los grados correspondientes). En aquel entonces éramos un departamento independiente y se llamaba Departamento Filológico de Narraciones Infantiles. Realizábamos las adaptaciones María del Carmen Garcini, Alga Marina Elizagaray, Mayra Navarro y yo (María del Carmen Núñez Uncal).
De 1ro. y 2do. se publicaron 10 folletos, el último en 1984.
3ro y 4to fueron 9, el último en 1977.
5to y 6to, sólo 7 y el último también en 1977.
De Teoría y Técnica se hicieron 6 folletos, el último fue en 1973.
En 1983 se hizo un folleto de Adaptaciones para Nivel Prescolar. De los cuentos publicados para 1ro. y 2do. se seleccionaron aquellos que por sus características se ajustaban a los intereses de niños más pequeños y se publicaron en ese único folleto.
Esas publicaciones se enviaban a las distintas bibliotecas de la Red Nacional de Bibliotecas y se obsequiaban a maestros primarios, educadoras infantiles y toda aquella persona que fuera a solicitarlos porque trabajaba con niños y consideraba que podían resultarles de utilidad. Esto de forma gratuita, no se comercializaban.
Espero esto responda tu interés en estas publicaciones que resultaron de tanta importancia y que desgraciadamente pasaron al olvido.
Saludos,
Menchi

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Esos folletos no se comercializaban, sino que eran distibuidos gratuitamente para las bibliotecas de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas que existía entonces y para apoyar los seminarios (así se llamaban los talleres entonces) que se impartían en la Biblioteca Nacional y a otros organismos interesados como el MINED, para las bibliotecas escolares, y también para los Círculos y Jardines Infantiles. También se entregaban a otros docentes interesados.

Los primeros textos aparecieron en unas carpeticas con las hojas como sueltos y después se hicieron los folletos COLECCIÓN TEXTOS PARA NARRADORES, en dos vertientes, la dedicada a Teoría y Técnica del Arte de Narrar y otra, la de Adapataciones de cuentos para narrar, que aparaecía en tres niveles: 1º y 2º grados; 3º y 4º, y 5º y 6º. El primer folleto de teoría salió en 1966 y se editaron en total seis hasta 1974, pero sin una periodicidad específica. En principio, más frecuentes y luego más espaciados, atendiendo a las escasez de papel y a que se daba prioridad a otros intereses, pues aún la narración oral de cuentos es algo que a muchos no les parece demasiado importante.

Esas publicaciones estaban al cuidado del Departamento de Literatura y Narraciones Infantiles, que dirigía el poeta Eliseo Diego, quien fuera mi maestro. Ese Departamento era conocido como el Filológico de Narraciones y en el trabajamos la Dra. María del Cramen Garcini, quien fuera la asistente de Eliseo; estaba yo, que era la narradora digamos que «modelo» de los talleres, porque por entonces nadie entendía bien de qué se trataba el asunto. Allí se formaron otras narradoras de las cuales quedan en ejercicio Menchi Núñez, de quien también Tere te ha dado sus datos. Trabajó también durante un período importante de tiempo la Dra. Alga Marina Elizagaray, como investigadora y adaptadora de cuentos. Al desaparecer el Departamento, Menchi y yo pasamos al Departamento Juvenil, donde continuamos haciendo LA HORA DEL CUENTO y realizando adaptaciones que se iban publicando en folletos cuando era posible, pero ya habían perdido la unidad de formato que tuvieran en principio.

Del de 1º y 2º grados se publicaron creo que un total de 10, desde el primero en 1966 hasta 1984 y de ello se encargaba Menchi Nuñez porque fue quien se mantuvo en la Biblioteca ya que yo pasé a trabajar en el Ministerio de Cultura en 1977 atendiendo los grupos de teatro para niños del país y formando actores como narradores. De 3º y 4º grados tengo 9 folletos, no sé si se hizo alguno más, tal vez Menchi pueda decirte mejor, desde 1966 hasta 1977. De los de 5º y 6º grados, el primero en 1966 y hasta el 6 en 1974.

Hace un par de años, el Dr. Jesús Lozada hizo una selección de los textos teóricos para que los narradores más jóvenes puedan acceder a información de primera mano, pues esos textos no son muy fáciles de encontrar en originales y ni siquiera ya en los folletos que están deshechos porque se publicaron en papel gaceta. Consideramos que esto era importante, porque cada cual ha ido haciendo «aportes» a su conveniencia y distorcionando los orígenes contemporáneos, con todo lo que ello conspira en contra de un arte que, como ya te dije, no se le da la verdadera importancia que tiene, aunque en los útlimos tiempos hay muchos que viven de él y a toda costa. Ese libro con la selección de aquellos textos fue publicado en papel por la Editorial Tablas / Alarcos de Cuba, en la Serie ORALIA, bajo el título El vuelo de la flecha, pero también se hizo una edición virtual que trataré de mandarte a ver si puedes recibirla por esta vía.

En el Prólogo que hice para ese libro, encontrarás otros detalles complementarios sobre la historia de la narración oral en Cuba, que debe su existencia a la Dra. María Teresa Freyre de Andrade, la primera directora de la Biblioteca Nacional después de 1959. Hay un libro publicado en 1963 que fue traducido y adaptado por la Dra. Freyre y por Eliseo Diego, que se llama El Cuento en la Educación, de la norteamericana Catherine Dunlap Cather. Ella lo publicó en 1908 y considero que fue una adelantada de la Educación por el Arte por todo lo que ese libro revela. Creo que a pesar del tiempo transcurrido sigue siendo un punto de referencia importante para quienes sean narradores orales de cuentos.

En el 1999 obtuve mi Maestría en Educación por el Arte y Promoción Sociocultural y mi tesis estuvo basada en demostrar que la narración oral de cuentos es un instrumento de la Educación por el Arte, habida cuenta de que el cuento narrado de viva voz, con todas las capacidades comunicacionales y expresivas de la palabra, la voz y los gestos, es en sí mismo una acción para la sensibilización y la formación de públicos que funciona desde edades tempranas, aún cuando los niños no sepan leer, y que alcanza a todas las edades.

Saludos cordiales, Mayra

Ver El vuelo de la flecha.

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En Visions of Power in Cuba: Revolution, Redemption, and Resistance, 1959-1971, la historiadora Lillian Guerra refiere otros dos programas de la Biblioteca Nacional creados en los tempranos años sesenta: la biblioteca por teléfono (Library by Telephone) y la biblioteca sobre ruedas (Library of Wheels). El primero «invited curious Cubans to dial up a staff of full-time librarians . . . for answers to trivia questions», mientras que el segundo «offered the kids of newly literate rural communities a chance to check out books on a fleet of busses outfitted with library shelves» (p. 220).

logotipo de Artes Gráficas
logotipo de Artes Gráficas

Logotipo de la editorial Artes Gráficas. 1962. Diseño de Guillermo Menéndez.

En Testimonios del Diseño Gráfico Cubano 1959-1974, compilación del diseñador Héctor Villaverde sobre diseño cubano publicada por el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau:

Fidel estaba sentado y me dice: ¡Ven acá! Me da un libro y me pregunta: ¿Dónde fue editado este libro? Una pregunta un poco ingenua, pero por si acaso lo abrí y le dije: En España y dice: Chicho, trae el otro. Entonces me da uno exactamente igual y me pregunta: ¿Y este dónde fue editado? Me digo a mí mismo: ¡Oh, esta pregunta tiene ya una trampa! Lo abro otra vez y le digo: Bueno, Comandante, en España, en Barcelona. Me dice: ¿Puedes creer que no? El primero sí, pero el segundo está editado en Cuba. Mira, mañana te vas a ver al rector Vilaseca y le pides una lista que él tiene con los libros que hacen falta porque ha pasado una cosa: los muchachos necesitan muchos libros y nosotros no tenemos tanta divisa para comprarlos, así que vas allá, le pides esa lista y vamos a «fusilarlos», es decir, a reeditarlos. Al otro día fui y Vilaseca no tenía la lista a mano, así que me tuve que ir a ver a José Llanusa, que acababa de ser nombrado Ministro de Educación y le cuento que Fidel me orientó que buscara la lista. Llanusa dice: ¡Ah, yo la tengo aquí! Eran doscientos cuarenta y tantos títulos y empezamos a buscar los libros. Fidel se aparece y me dice: Repartan por facultades a ver cuántos hacen falta de cada uno. Cuando llegó, al día siguiente, ya sabíamos que eran 600 o 700, no muchos más, y dice Fidel: Bueno, hagan una cosa, cuando la edición sea muy baja tiren para tres cursos, es decir, multipliquen por tres y si no llegan, tachan y editan mil ejemplares. Vas a ver a Joel Domenech (que era el Ministro de Industrias pues ya el Che había salido de Cuba) y miren a ver cómo empiezan a reproducir. Domenech me mandó a ver a Gustavo Arango, que era el director de la empresa de artes gráficas; me monté en una ruta 27 con un caja llena de libros y me aparecí en lo que era Artes Gráficas en la Calle San Rafael. El problema es que en aquel entonces había un impulso tal del diseño que muchos de los libros que teníamos en la mano tenían una portada muy fea y queríamos que tuvieran una presencia bella. Mi primer contacto con el diseño cubano fue a través de Estudio de Producto, porque fui a ver a Papiol, de parte de Domenech. Papiol me dijo que se podían hacer algunos de los diseños, pero me sugirió que fuera buscando. Fui a ver a Agustín Pí en Ediciones Universitarias y este me sugirió que utilizara a Tony Évora. Voy a hablar de personas que están en Cuba y de otros que ya no están, pero que tuvieron una importancia muy grande. (pp. 240-241)

nota: El diseño del logotipo de Ediciones Revolucionarias, la R, es de Tony Évora.

A mediados de 1966, Fidel me dice que vamos a crear un Instituto del Libro. Salimos al portal del edificio de Filosofía —ya yo era el director—. Le digo: ¿Comandante, qué es eso? Y me dice: No sé, investígalo. Bueno, lo que hice fue a ponerme a pensar que la salida que se le había dado inicialmente con la Imprenta Nacional —con muy mal diseño, pero con grandes ediciones— era la gran solución de todo aquello. Lo que había que hacer era volver a reunir las editoriales, las imprentas, el comercio del libro y el comercio exterior —todo en uno— para fortalecerlo e impulsarlo. Así que empezamos a unificar todo aquello en un solo organismo y con un mando único y centralizado y, por supuesto, ahí comencé a pensar en la escudería de diseño que debía de haber en aquel Instituto. Entonces Raúl Martínez estaba trabajando en la Editorial Nacional de Cuba, había sacado ediciones Cocuyo y Biblioteca del Pueblo; eran las dos más significativas. Así que cuando se conforma todo aquello del Instituto, Raúl viene a trabajar conmigo. Realmente, el éxito del diseño en el Instituto se debió al trabajo extraordinario de Raúl Martínez, porque tenía una calidad tal que era impresionante. (p. 242)

(…)

Ya dije que el logotipo del Instituto era de Raúl, pero además realizó un gran aporte en la formación de las colecciones. Por ejemplo, fue el que diseñó Huracán. ¿Cómo surge Huracán? Sencillamente, en Carlos III había una rotativa que estaba parada y yo recordaba las ediciones Pinguin y la gente cada día pedía más y más libros. ¿Cómo íbamos a permitir que hubiera una rotativa parada si teníamos papel —gaceta, pero papel—? Hablé con un buen editor, Andrés Coucedo, y le pedí que se encargara de escoger una edición y la llevara a la imprenta. Discutí con los linotipistas para que la copiaran directamente, porque entonces ellos exigían que tenía que venir mecanografiada, pero lo discutí con ellos: ¡Si ustedes no lo copian directamente del libro no tendremos libros y habrá una imprenta parada y trabajadores parados por culpa de ustedes! Aceptaron copiar de otro libro. (p. 244)

Postal de navidad
Postal de navidad

Postal de navidad. 1959. Festivales del Libro Cubano. La Habana. Colección Cuba Material.

A todos los lectores y colaboradores de Cuba Material, ¡felices navidad y año nuevo!

Peine plástico
Peine plástico

Peine plástico. Hecho en Polonia. 1980s. Colección Cuba Material.

 

Cuando Cuba Material dejó la plataforma blogger, perdí muchos comentarios y entradas. Estos son algunos referidos a las cosas (materiales) que aún hoy se asocian con significados positivos:

  1. Anónimo 

    Los objetos que recuerdo con agrado son los libros de la coleccion Huracan, grandes obras literarias con una encuadernacion tan primitiva que las hojas se despegaban al pasarlas,. pero muy baratos, cualquier estudiante con unos centavos los compraba y formaba su coleccion.
    Otros son las sandalias , llamadas guarachas, con la suela de gomas de camion y entretejido de piel. Muy comodas y sobre todo que duraban muchisimo.
    El jabon Alborozo. Tenia un perfume muy antiguo y delicado que jamas pude encontrar otra vez en otros productos en el extranjero.
    El perfume Alicia Alonso y Gisell. Me gustaban mucho y considerando la escases y la miseria mediante eran un buen logro de nuestros tecnicos perfumistas. Tanto que consegui el telephono de Suchel y los felicite personalmente.
    El helado Copelia de Chocolate al inicio de inaugurada la heladeria .
    La crema hidratante Cirene.
    El refrigerador Westinhouse de mi familia que duro casi 50 años comprado antes de la Revolucion , claro.
    La maquina de cocer Singuer y la maquina de escribir Lettera que duraron casi 60 años.
    Mi madre escribia ya sin cinta utilizando papel carbon.
    La pluma fuente que me regalo mi hermano cuando el estudiaba en la Union Sovietica. Me duro toda la carrera en la Universidad. El peine de plastico de dientes separados comprado en Checoslovaquia , otro regalo que me hizo porque yo tenia el pelo muy largo y se me enredaba. Todavia lo tengo y ha pasado casi 20 años. En Cuba no habia ese tipo de peine en aquellos momentos.

     

  2. Anónimo

    la casa donde nací… tenía un encanto especial, fabricada por mi abuelo español mantenía la tipología de las casas españolas con su patio interior y un patio trasero donde jugaba cuando niña, grandes habitaciones que todas daban a los patios, pisos de losas blancas y negras y persianas francesas y sobre todo el angel de la familia que la habitaba… el día q la cerré porque mis padres venían para Miami y perdíamos mi querido hogar, corté mis raíces con Cuba, pero la extraño y la lloro, la tengo en mi vitrina interior

     

  3. Anónimo

    mi difraz de la Violetera… tenía unos 3 años por el 1958 y nos disfrazaron de la Violetera por la pelicula de igual nombre interpretada por Sarita Montiel, todas las niñas iguales y los niños con los cuales hacíamos pareja con tabaquitos que eran de chocolate, en el Club Campestre de mi pueblo

Ana y la estrellita, por Werner Heiduczek. Editorial Gente Nueva, 1977. Impreso en la RDA. Colección Cuba Material.

Cuando se celebró en La Habana la Concentración Campesina de 1959, mis abuelos le regalaron, a uno de los campesinos que el gobierno trasladó a La Habana para participar en el acto y que ellos alojaban en su casa, una muñeca que cantaba, caminaba y tenía un surtido ropero. La muñeca era de mi mamá, pero esta por entonces ya tenía doce años y, habrán pensado mis abuelos, debería demostrar su generosidad. Las hijas de mi mamá, como las de aquel campesino, nunca tuvieron una muñeca así.

Posiblemente haya sido por eso por lo que mi mamá guardó casi todos los libros y juguetes infantiles de mi hermana y míos, y porque para entonces se sabía que sus futuros nietos tampoco tendrían una muñeca como aquella.

Ana y la estrellita fue siempre uno de mis libros preferidos. No solo por la calidad de la edición —empastada, con cubierta cromada y dimensiones poco comunes—, sino también por el tema. De niña, quería ser cosmonauta. Quizás, entre otras cosas, inspirada en historias como la de Ana y su estrellita.