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Etiqueta de jeans Franco Pugi. Colección Cuba Material.

Cuando entré a la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, en el año 1991, yo no tenía un solo pitusa. El último que tuve, comprado, como el anterior, en las tiendas minoristas, de propiedad estatal, me había quedado chiquito muchos años atrás. Tampoco me hubiera sentido bien vistiendo aquel pitusa para ir a la universidad, pues su visible confección nacional le habría quitado cualquier suin o distinción. Antes del Período Especial, en mi casa no se compraban muchas cosas en el mercado negro; ropa, casi nunca. Recuerdo apenas una noche en que mi mamá y mi tía nos llevaron a mi hermana, a mi prima y a mí a casa de una señora que cosía trusas según casi cualquier modelo que se le pidiera, y otra vez en que fuimos mi mamá y yo, en guagua, hasta Alamar en busca de una dirección con la cual nunca dimos con la esperanza de comprar para mi un juego de mezclilla prelavada, muy de moda en los años ochentas.

En la Universidad de la Habana me encontré, en cambio, conque casi todas las muchachas de mi año o de años anteriores tenían al menos un pitusa. Solo entonces tuve conciencia de la precariedad de mi ropero, y no me supo bien. Por suerte, cuando comenzó el segundo año ya mi papá vivía en Estados Unidos y me enviaba ropa y dinero, gracias a lo cual mi clóset experimentó una gran mejoría.

Sobre el mercado negro de pitusas en la Cuba posrevolucionaria:

Bueno, tuve que hacer memoria, porque hace mucho tiempo que esto pasó, y es de esos recuerdos que traen un mal sabor, pero a la vez una enseñanza. Como yo me había asilado en la embajada del Perú, y estaba esperando el permiso de salida, me botaron de la empresa Benny Moré, a la cual yo pertenecía. Consecuentemente, me quedo desempleado, y mi familia en USA me empieza a mandar dinero a través de turistas amigos de la familia que iban a Cuba. Yo cambiaba esos dólares por moneda cubana, al cambio que existía en la bolsa negra que, si mal no recuerdo, estaba a 5 por 1, y fácilmente me mantenía. Vivía cuando eso en casa de mi pareja, en el edificio López Serrano, y mi apartamento, que estaba a unas cuadras de allí, lo tenía desocupado. Estaba en Línea y H, en un décimo piso: 2 cuartos. En fin, no recuerdo a través de quién me presentaron a una alemana de esas que se casaron con cubanos en Alemania y siguieron al marido, para terminar desilusionada, separada y con una hija, sin tener donde vivir. Estaba buscando un lugar para rentar. Mi pareja me dio la idea de rentarle el apartamento si nos hacía una compra al mes en las tiendas para extranjeros, y ese sería el pago por el apto. Nosotros le dábamos los dólares, y ella hacía la compra. Así, todos los meses yo le daba una lista con las cosas que quería comprar, y el dinero (dólares con los cuales hacía la compra). La mayor parte de la mercancía era jeans, porque había mucha demanda, y se vendían muy rápido. Así comenzó mi carrera de mercader. Eso duró bastante tiempo, hasta que Jenny, la alemana, empezó a ver que podía sacar beneficio para ella. Empezó a cobrar a otros por hacerles compras, y así le estaba comprando a distintas personas sin yo saberlo. Cuando la presencia de Jenny se hizo tan seguida en las tiendas de dólares (todas las semanas), por supuesto que el DTI empezó a investigarla. El día que tocaba hacer mi compra, fui como de costumbre a verla, le di el dinero y la lista de compra. Yo siempre mandaba a una amiga, que iba con ella y se quedaba afuera de la tienda. Esa fue mi salvación, porque cuando vio salir a Jenny, presa, de la tienda, enseguida me llamó por teléfono. Yo fui corriendo hasta mi casa, que era donde guardaba los dólares (porque Jenny, como alemana, podía tenerlos), los saqué rápidamente para casa de un amigo y regresé a casa de mi pareja y nos sentamos a esperar hasta que llegó la policía con orden de registro. Y, por supuesto, terminé arrestado con mi pareja. Hasta ahí llegó mi tienda de jeans.

Testimonio de Jorge Fernández (Pepino), músico de rock.

h/t Jorge Brioso

Con este, inauguro una serie de testimonios sobre las modalidades de consumo en los años sesenta, setenta y ochenta en Cuba.