Entradas

Broche
Broche

Broche. Años 1950s. Colección Cuba Material.

Cuando me fui de Cuba, el 6 de enero de 2006, tuve que hacerlo con salida definitiva, pues viajaba con mi hija menor de edad y la ley no permitía que estos (los menores) salieran del país por motivo de turismo u otro de interés personal. Fui forzada así a un exilio que no hubiera escogido. Interesada en llevarme algunas prendas de valor que habían pertenecido a mi familia por varias generaciones, llamé a las oficinas de Aduanas para saber qué objetos personales me estaba permitido llevar. 20 libras de equipaje y no más de 200 pesos en prendas, me dijeron, sin aclararme en qué moneda (por entonces circulaban en Cuba el peso cubano y el CUC) ni según qué tasación (pues una cosa era el precio de venta que el estado cubano asignaba a todo bien cuya propiedad se atribuía y otra el de los bienes a la venta en el circuito estatal o en el mercado negro). El día de la salida me puse los aretes de brillante con que se habían casado mi mamá, mi abuela, mi bisabuela, mi hermana, mi prima y hasta yo misma, además de una sortija que había sido de mi abuela y que desde entonces uso, sobre todo cuando me enfrento a retos difíciles, así sea la evaluación de una clase, y alguna que otra prenda de valor, y me fui al aeropuerto, donde no tuve el menor percance.

Quienes abandonaron el país en los años sesenta corrieron otra suerte. En su blog, la actriz Yolanda Farr ha hecho público el listado de documentos que, por disposición de la Aduana General de la República de Cuba, debía presentarse entonces a las autoridades antes de abandonar el país, en donde se incluye una relación de joyas y cuentas bancarias. También entonces el gobierno cubano solo autorizaba a los exiliados a sacar del país hasta 200 pesos en prendas, pero, a diferencia del presente, quienes abandonaban el país eran, con regularidad, despojados de esos bienes en el aeropuerto.

Relación de documentos a presentar en el aeropuerto de La Habana antes de abandonar el país. 1960s. Imagen tomada del blog de Yolanda Farr.

Tengo amigos que no poseen ni una sola foto de su juventud porque los funcionarios de la aduana se las decomisaron (para acto seguido destruirlas y quedarse con los álbumes y marcos), o que fueron despojados de sus anillos de bodas. Sé incluso de quienes, siendo niños y partiendo solos al exilio, fueron obligados a entregar objetos cargados de valor sentimental, único recuerdo que les acompañaría de la familia que dejaban atrás.

Muchos de los objetos que componen la colección de Cuba Material los he traído en sucesivos viajes, en los que he regresado a Cuba para visitar a mis abuelos y a mi madre. En cada una de esas ocasiones mi equipaje de regreso ha pesado mucho más que las 200 libras reglamentadas por la aduana, pero nadie se ha detenido a cuestionarme. En sucesivos posts compartiré la particular cultura material del socialismo cubano que me acompañó en mi infancia y que ahora estudio. Verán que se trata de una historia muy particular.