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Fidel Castro sentado sobre un Alfa Romeo
Fidel Castro sentado sobre un Alfa Romeo

Fidel Castro sentado sobre un Alfa Romeo. 1960s. Imagen tomada de internet.

La apertura al turismo de los años noventas trajo consigo una revalorización de los automóviles norteamericanos de la primera mitad del siglo XX, para entonces cotizados en los Estados Unidos y en el resto del mundo por su estética vintage. Se pusieron de moda, y se veían con más frecuencia en las bodas y las fotos de quince, y más de un músico y artista que antes hubiera dado cualquier cosa por un moderno Lada invirtió sus ahorros en automóviles antiguos.

Si algún objeto ha constituido un claro marcador de las diferencias de clase en la Cuba socialista ha sido el automóvil. Ello no ha sido del todo culpa del castrismo, aunque sí es su entera responsabilidad el haber politizado los significados en los que tales diferencias se sostienen. Durante los setentas y ochentas, el Rambler de mi abuelo y el Opel de su hermano en que mi prima se negaba a ir a su escuela de Nuevo Vedado, más que aportar, restaban prestigio social en los confines del municipio Plaza de la Revolución, mayoritariamente ocupado por las nuevas élites profesionales socialistas. El Lada, en cambio, sí era un claro marcador de pertenencia a esta clase.