Entradas

Ana y la estrellita, por Werner Heiduczek. Editorial Gente Nueva, 1977. Impreso en la RDA. Colección Cuba Material.

Cuando se celebró en La Habana la Concentración Campesina de 1959, mis abuelos le regalaron, a uno de los campesinos que el gobierno trasladó a La Habana para participar en el acto y que ellos alojaban en su casa, una muñeca que cantaba, caminaba y tenía un surtido ropero. La muñeca era de mi mamá, pero esta por entonces ya tenía doce años y, habrán pensado mis abuelos, debería demostrar su generosidad. Las hijas de mi mamá, como las de aquel campesino, nunca tuvieron una muñeca así.

Posiblemente haya sido por eso por lo que mi mamá guardó casi todos los libros y juguetes infantiles de mi hermana y míos, y porque para entonces se sabía que sus futuros nietos tampoco tendrían una muñeca como aquella.

Ana y la estrellita fue siempre uno de mis libros preferidos. No solo por la calidad de la edición —empastada, con cubierta cromada y dimensiones poco comunes—, sino también por el tema. De niña, quería ser cosmonauta. Quizás, entre otras cosas, inspirada en historias como la de Ana y su estrellita.