Durante los años setenta Cuba importó una variedad de perfumes baratos, de esencia sintética, fabricados en la URSS y otros países de Europa del Este. Además del famoso Moscú Rojo, estuvieron a la venta en las tiendas del mercado paralelo los perfumes Acacia Blanca, Romeo, Violeta, entre otros. Sus nombres, a diferencia de los de muchos otros productos soviéticos, no fueron traducidos al español para el mercado cubano (valdría la pena investigar las derivas de los nombres de marca y su traducibilidad del cirílico al español). Llama la atención también el hecho de que, con excepción del perfume Moscú Rojo, casi todos los demás frascos que conservo poseen gran parte del contenido original.
h/t: Tamara Álvarez y Alexis Jardines, quienes tradujeron los nombres.