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Diploma de Firmeza Patriótica otorgado por la Casa de la Cultura Española. 1960. Regalo de Gerardo Fernández Fe. Colección Cuba Material.

Se sabe que, como asegura el historiador Juan Pérez de la Riva (1966), los cubanos proindependentistas del siglo XIX preferían beber café en lugar de chocolate y comer arroz blanco con frijoles negros en lugar de la paella y los garbanzos españoles. De igual modo, pintaban sus casas en los colores de la bandera de La Demanjagua.

Me cuenta mi abuela que su abuela, Gertrudis Mueses, cuyo nombre de pila ella heredó, había sido, además de prima, novia de Pascual Rodríguez y Pérez, uno de los ocho estudiantes de medicina fusilados el 27 de noviembre de 1871, acusados de profanar la tumba de un oficial español. Dice mi Gertrudis que, por eso, a su Gertrudis todo lo relacionado con España le parecía feo, y que encontraba defectos en todos los objetos asociados con la antigua metrópolis.

En 1960, sin embargo, la Casa de la Cultura Española otorgó un diploma de «firmeza patriótica» a aquellos de sus miembros que más «fidelidad a la causa del pueblo español» y a su casa de cultura hubiesen demostrado, en especial, dice el diploma, «durante los años de persecución de la dictadura batistiana».