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La Habana

La Habana. 1639. Imagen tomada de World Digital Library.

En Temas: “Me pongo a disposición de ustedes, han sido elegidos miembros del Comité Central.” Entrevista a Oscar Fernández Mell:

RH: ¿Cómo eran las relaciones entre el gobierno, o sea, el Poder Popular y el Partido en una ciudad como La Habana, en ese período posterior a 1976?

(…) OFM: En los diez años que fui alcalde de La Habana, lo que nos ocupamos de hacer, primero, fue el Plan de desarrollo perspectivo de la ciudad, que se aprobó por el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros. Después que yo salí, se abandonó un poco, no sé qué ha pasado, no se ha seguido, a pesar de que estaba aprobado por el Consejo de Ministros.

Todas las áreas de la vida de La Habana tratamos de incluirlas en el Plan perspectivo. Por ejemplo, el acueducto. Buscamos la manera de que el acueducto de La Habana, que son varios acueductos, se unieran y hacer uno solo, interconectarlos de manera tal de que las líneas tuvieran presión positiva, que es lo único que evita que se contamine. Si las líneas están siempre llenas de agua, no entra la contaminación. En cuanto tú tienes que estar cerrando para darle agua a otro lado, se produce una presión negativa, y se absorbe todo lo que está alrededor. Y cuando son tantos kilómetros, pues hay mucho chance de que se contamine.

La otra dirección en que trabajamos para mejorar el abasto de agua, que es muy importante, fue en suavizarla. El agua de La Habana es muy dura, tiene muchos carbonatos. De manera que cuando pones una llave nueva, a los seis meses, ya casi no cierra. En los países donde se suaviza el agua, los herrajes duran toda la vida; aquí están todos llenos de sarro, tienes que estarlos zafando, se le echan a perder las zapatillas, y la botadera de agua es muy grande. Hay dos mecanismos que se usan en el mundo. Uno es la planta central para suavizar el agua, que es cara. La vi en la ciudad de Atlanta, en Estados Unidos. El otro es el que se usa en Londres, donde te venden unos aparaticos que tú los pones en la entrada de la casa; cada tres meses, le echas un cartuchito de sales, y te suavizan el agua.

En cada área de necesidades, teníamos un Plan perspectivo. Por ejemplo, cuando yo llegué a hacerme cargo de la alcaldía, para recoger la basura había diez camiones.

RH: ¿Nada más, diez camiones?

OFM: Diez camiones. Y cuando yo me fui, dejé ciento cincuenta. Claro, yo tenía amigos. El alcalde de Berlín era un gran amigo de Cuba, así como el de Praga, y el de Moscú, Prómilov, que nos ayudaban muchísimo. Los primeros contenedores de basura que vinieron, que no eran de plástico, sino de lámina, me los mandaba el alcalde de Berlín. Los camiones de recoger basura, marca Skoda, algunos me los mandaba el alcalde de Praga. Y Prómilov me ayudaba en todo, sobre todo cuando venía aquí a visitarnos y se reunía con los organismos: “La ciudad tiene que tener una organización”. Eso me ayudaba. Porque en la capital todos los ministros querían hacer lo que estimaban pertinente. Porque en todos los países del mundo, el alcalde es el que manda en la ciudad, no el gobierno central. En Moscú, era Prómilov el que mandaba. En Madrid, quien manda es el alcalde o la alcaldesa que hay en este momento, el gobierno central no se mete. Mientras que aquí, los ministros, cada uno quiere hacer lo mejor para su organismo. Y eso no es fácil, las luchas son bastante. Fidel en esto me ayudó.

Nosotros no sólo actuamos, sino teníamos un plan perspectivo de desarrollo de cada una de las cosas. Por ejemplo, en Planificación Física estaba Gina Rey, que era una mujer muy preparada, y también muy valiente. Tenía conmigo a Maximiliano Isoba, el mejor ingeniero calculista que ha dado este país; y el profesor Menéndez, el padre de todos los ingenieros civiles. Además de Mario Coyula, que era el Arquitecto de la ciudad. Ese era el equipo mío de trabajo, en construcción, mientras estuve en La Habana.

Algo que aprendí con el Che fue a rodearme de gente que supiera mucho más que yo. El Che no le tenía temor a eso. Cuando lo nombran presidente del Banco Nacional, sin ser economista, se rodeó de los mejores financieros y economistas. Y empezó a dar clases con [Salvador] Vilaseca. Se hizo economista, y después él y Vilaseca estudiaron matemáticas. Porque acordaron que para ser economistas hacía falta saber matemáticas. Entre los encargados del área jurídica del Poder Popular, algunos llegaron luego a integrar el Tribunal Supremo. Ese era el equipo de trabajo que fuimos desarrollando en el Poder Popular, y que era la alcaldía.

Por ejemplo, llegamos a tener en La Habana dos mil quinientas guaguas, para que trabajaran al ochenta por ciento.

RH: ¿Cuántos habitantes tenía la ciudad en esos momentos?

OFM: Dos millones, más o menos. El jefe de la Empresa de Transporte Urbano era Julio César González, que había nacido arriba de una guagua. Él había sido chofer de las guaguas urbanas. Teníamos 2500 ómnibus.

RH: ¿Esa empresa estaba subordinada al Poder Popular?

OFM: Sí, claro. Y por supuesto, las discusiones eran muy fuertes.

RH: ¿El Ministerio de Transporte cooperaba?

OFM: Cooperaba, sí. Pero no mandaba. El sistema para reparar las calles, todo era nuestro. Había que trasladar 3,5 millones de personas cada día. La única solución era el metro. Creamos el Grupo del Metro de La Habana, con asesores soviéticos de Leningrado (hoy San Petersburgo). Se llegó a hacer el estudio de una línea completa, con estaciones de pasajeros y análisis de suelos, que arrancaba desde los talleres de Naranjito, al sur de la ciudad, pasando por el Vedado, y terminaba en La Habana Vieja.

Por otra parte, llegamos a inaugurar en un año siete mil viviendas, y al siguiente seis mil, al otro cinco mil, y teníamos quince mil en ejecución como Poder Popular.

RH: Aparte de las que construía el Ministerio de la Construcción.

OFM: El Ministerio de la Construcción tenía sus obras grandes. Cuando tenía pocas obras, se dedicaba a la vivienda; y cuando no, se llevaba a los constructores. De manera que nosotros empezamos a hacer nuestras brigadas de construcción de viviendas. El principal problema de la vivienda no es la estructura, sino los muebles sanitarios, la electricidad, los picaportes, las cocinas, el sistema hidráulico, eso es lo duro, lo que más trabajo lleva.

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Botella de aceite vegetal comestible INRA

Botella de aceite vegetal comestible INRA. Hecho en Cuba. 1960s. Colección Cuba Material.

«Informe del Dr. Ernesto Guevara, Ministro de Industrias en la Reunión Nacional de Producción de 1961″ (publicado en Díaz Castañón, María del Pilar. 2004. Ideología y Revolución. Cuba, 1959-1962. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales):

Es decir, había toda una serie de industrias que estaban sufriendo la falta de envases adecuados. La planta de vidrio permanecía parada por falta de capacidad, muy probablemente. (…) Hubo un técnico, checo, que había en la planta, que opinó que se estaba perdiendo mucho tiempo, que había que utilizar la materia prima cubana, que pudiera ser que no saliera exactamente igual el vidrio, pero que iba a ser de calidad.

(…)

Actualmente se ha superado eso, está el horno caminando en buen estado, están utilizándose materias primas cubanas, y la botella sale (…) han dado por decir que la botella esa de color carmelita es para preservar la luz; en realidad es que sale así, carmelita. No sale tan buena, pero es una botella de todas maneras (APLAUSOS). (pp. 230-231)

Sobre la empresa de aguas minerales y refrescos, Guevara dice: «En febrero se ha diseñado la botella única, se envió en marzo a Nicaro para la construcción del molde, pero todavía Nicaro, que tiene la fundición que nos suministra algunos productos, no ha entregado ese molde» (p. 250).

Y sobre los cigarros: «Se planteó la utilización de un nuevo envase que ahorraba un 40 porciento en la cantidad de cartón que llevaba, pero no se hicieron las pruebas necesarias en estos casos y al ponerlo en práctica se redujo la productividad de las compañeras que envasan hasta un 60 porciento en muchos casos» (p. 252).

Sobre el diseño de envases: «y el pueblo debe entender que tenemos que ahorrar en frasco, tenemos que ahorrar en papel, ahorrar en propaganda, ahorrar en trabajo, y lograr productos que sean realmente útiles a la población y que no tengan nada innecesario y que vaya a aumentar el precio, simplemente para dar ganancias a los laboratorios o en este caso al Estado» (p. 260).

Planta eléctrica Tallapiedra
Planta eléctrica Tallapiedra. La Habana. Imagen tomada de Havana Retro Cuba.

Planta eléctrica Tallapiedra. La Habana. Imagen tomada de Havana Retro Cuba.

Decía Ernesto Guevara en la Conferencia de Punta del Este, Uruguay, el 8 de agosto de 1961 (publicado en Pérez-Stable, Marifeli. 2008. La revolución cubana. Orígenes, desarrollo y legado. Madrid: Colibrí, original en inglés publicado en 1993):

¿Qué piensa tener Cuba en el año 1980? Pues un ingreso neto per cápita de unos tres mil dólares, más que los Estados Unidos actualmente. Y si no nos creen, perfecto; aquí estamos para la competencia señores. Que se nos deje en paz, que nos dejen desarrollar y que dentro de veinte años vengamos todos de nuevo, a ver si el canto de sirena era el de la Cuba revolucionaria o era otro.

Se les dejó y se les dio, además, muchísimo dinero.