En los años ochenta, el embajador cubano en Filipinas compró esta canasta de picnic para cuando sus hijos, que vivían en Pinar del Río al cuidado de unos parientes cercanos, fueran a la escuela al campo. Este conjunto de vajilla plástica producido por la empresa filipina Perla Plastic Products, que además incluía vasos y cubiertos que no aparecen en las fotos, amenizaba los almuerzos dominicales de los hijos del embajador y de sus primos durante la visita semanal que los padres de estos últimos hacían al campamento que les había sido asignado.
Deben haber llamado mucho la atención los tíos y los primos cuando los domingos desempacaban esta cesta de picnic. De seguro pasaban un buen rato disfrutando del forzado picnic, haciendo a un lado el recuerdo de la magra ración del comedor de los albergues que los devolvería a la realidad pocas horas después.