Entradas

cartera de canutillos

Cartera de canutillos. Hecha en Checoslovaquia.

 

La primera vez que tuve conocimiento del nombre Jablonec fue en el verano de 2023. Lo leí en un reportaje publicado en la revista Mujeres, o quizás en Romances, sobre un taller de joyería recién inaugurado en Cuba con asesoría y materias primas checoslovacas, procedentes de la fábrica Jablonec. Esta, fundada en 1905, tomó su nombre del pueblo donde se encuentra ubicada, y es desde hace mucho mundialmente reconocida gracias a la calidad y variedad de los cristales que produce, que abarcan desde adornos para el espacio doméstico hasta bisutería. De ello da cuenta el Museum of Glass and Jewelry de la ciudad de Jablonec nad Nisou. (A los productos de Jablonec que fueron comercializados en Cuba dedicaré otro post, pues no tengo certeza de que la cartera que muestro en esta entrada haya sido producida allí).

La cartera que da nombre a esta entrada era de mi mamá y desde que tengo memoria ha estado en casa. En realidad, desde antes, pues me cuenta mi madre que ella solía salir con ella cuando era jovencita —en los años sesenta—. Yo, en cambio, no recuerdo que alguna vez la usara. Tampoco recuerdo cuándo fue que la traje de Cuba, pero sé que fue hace muchos años, antes de comenzar a coleccionar objetos del socialismo cubano. Habría querido usarla, pero como tenía el zíper roto se la di a una amiga costurera para que me la arreglara. Por suerte no lo hizo y me la ha devuelto en días pasados tal cual se la entregué, con el viejo zíper roto, pero en su estado original, que es lo que en realidad me importa ahora.

Mi mamá no sabe cómo llegó a sus manos la cartera. Me ha dicho que era de mi abuela, quien la habría comprado antes de 1959. Es una posibilidad, pero si tuviera que fecharla la ubicaría en la década de los años sesenta. Internet parece darle la razón a mi mamá, sin embargo. En un sitio de ventas online he encontrado una cartera similar listada bajo la categoría «art deco». En otro más, escrito en danés y que he podido leer gracias a Google translator, he hallado una cartera de diseño idéntico a la mía, pero con diferente estructura. Ese sitio no refiere fecha alguna. Ojalá alguien tenga algo más que aportar sobre esta cartera checoslovaca.

Cartera de cuero de fabricación artesanal

Cartera de cuero de fabricación artesanal. Años setentas u ochentas. Colección Cuba Material.

En Yolanda Farr: Instantánea 43:

(…) La situación económica amenazaba convertirse en catastrófica para la familia Mariño-Pfarr. Sin la posibilidad de trabajar en mi profesión, como sucedía con cualquiera que solicitase la salida del país,  inhabilitada para percibir oficialmente un sueldo (ver instantánea anterior), las mellizas pretendieron intensificar su labor de costureras, pero la falta de materiales había diezmado  sus posibilidades y las personas capacitadas para permitirse el lujo de confeccionarse ropa eran cada día más escasas. Aquellas mujeres de la alta sociedad a las que ellas vistieran, en un principio más como hobby que por  necesidad, habían abandonado Cuba. Mi padre, a sus sesenta y muchos años estaba imposibilitado para iniciarse en  trabajo alguno. Y entonces apareció mi hada madrina con una oferta que solucionó nuestros problemas económicos y gran parte de las tensiones psicológicas.

Gladys y Gilberto trabajaban de “free lance” para el INIT, Instituto Nacional para la Industria Turística, vendiéndoles cuadros con los que decoraban sus instalaciones. Calonge, un buen hombre que Gladys había conocido no sé cómo, y que tenía un alto cargo en ese Instituto, les había abierto aquella puerta. De pronto mi genial amiga tuvo una idea que nos aportaría, a mi familia y a mí, la posibilidad de un sustento físico y espiritual. Se le ocurrió que, teniendo acceso a una serie de naves donde el INIT almacenaba muebles viejos, sillas en desuso, generalmente forradas de estupendo cuero, estanterías de caoba y roble desmanteladas, incautadas a sus antiguos dueños, en fin, los desechos del ministerio de Recuperación de Bienes, se le ocurrió, repito, que esos mismos desechos podrían ser reconvertidos en obras de arte. Su primera idea fue cortar aquellas baldas en cuadrados o rectángulos y, a base del duro mordisco de las gubias, convertirlos en decorativos y originales cuadros. Realizó una muestra que encantó a Calonge y fue así como mi padre se volvió a sentir útil durante unos meses. Recuerdo a Arsenio con una tabla previamente dibujada por mi amiga, sobre su regazo,  manejando con entusiasmo las gubias hasta conseguir el realce de aquellas figuras geométricas o la textura de los fondos. Gracias a Gladys que le hizo encargado de parte de ese trabajo, papá lograba olvidar, durante el tiempo de la dura tarea, pasados angustiosos y dudosos futuros.

Nos recuerdo a Gladys, a Gilberto y a mí trabajando sobre la madera de lo que había sido la barra de un bar, empeñados hasta el agotamiento en convertirla en un gran tótem. El trabajo  finalizó tras un mes de denodado esfuerzo y más de un accidente laboral, pues aquellas gubias, aquellos martillos y cinceles, únicos instrumentos con los que contábamos para traspasar sus treinta centímetros de grosor, eran  armas  realmente peligrosas. Pero el resultado fue tan impresionante y celebrado que nos pareció que todo había merecido la pena. Nuestro espíritu artístico se sentía realizado. Por supuesto tanto el material como  los instrumentos  habían sido aportaciones de mi hada madrina y el dinero que ella recibía por los trabajos, era compartido generosamente con nosotros.

Cuando visité esos almacenes, al ver los deteriorados y agonizantes cuerpos de aquellas sillas  y sofás que sin duda extrañaban sus días de esplendor, algunas de ellas aún portando sus lujosos vestidos de fino cuero, se me ocurrió rescatar algo de aquella grandeza para alegría de clientes y amigos. Se pidió permiso a Calonge para despojar las piezas más deterioradas del cuero que cubría sus asientos, permiso que  nos fue concedido, con la condición de que la labor se realizase en el mayor de los secretos. Y aquellos trozos de cuero se convirtieron en sencillos pero bonitos bolsos y en cinturones que salían  de las primorosas manos de las mellizas y que las amigas y las amigas de las amigas compraban, con esa naturalidad frente a la clandestinidad a la que la escasez nos tenía acostumbrados. Así logramos subsistir.
Era 1967. Leer la entrada original aquí.