Festín para la memoria, por Ivette Leyva

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menu Ten Cents

Parte del menú de la cafetería de los Tent Cents que Woolworth administraba en Cuba. Años cincuentas. Imagen tomada de Facebook, publicada por José Forteza.

Ivette Leyva escribe en Cubaencuentro (No.33, Verano de 2004) sobre las tradiciones culinarias cubanas en Miami: Festín para la memoria:

De todas las definiciones que han acompañado el surgimiento del Miami moderno y cosmopolita, pocas resultan tan irrebatibles como la de santuario de la tradición culinaria cubana. La preservación, difusión y creciente arraigo de sus platos típicos en Estados Unidos figuran a la luz del tiempo como la conquista cultural mejor cumplida por la comunidad exilia- da en estas tierras.

La escasez y las restricciones materiales que han caracterizado la vida de los cubanos bajo el gobierno de Fidel Castro, también han cobrado su precio a la cocina cubana dentro de la Isla. Hoy, a falta de ingredientes, las recetas tradicionales sólo existen en los libros de las abuelitas, y algunas especias son apenas nombres sonoros y exóticos para los cubanos más jóvenes.

Ciertamente, varias comidas tradicionales siguen haciéndose en la Isla en virtud de la inventiva y la pasión culinaria del cubano. Comer suculenta- mente y, sobre todo, proclamarlo, es parte de nuestra desbordada idiosin- crasia. Por eso, cocinar y comer sin las ataduras del racionamiento se han convertido en una de las mayores ilusiones para los que viven en la Isla, en desafío de la cotidianidad.

Aunque el ajiaco, plato nacional, sigue cociéndose con frecuencia en Cuba debido a la variedad y flexibilidad en el uso de ingredientes para su elaboración, otras recetas habituales han desaparecido forzosamente. La restauración del esplendor gastronómico en la vida popular y familiar toda- vía parece una quimera. Los paladares en dólares y los restaurantes para turistas que actualmente funcionan en La Habana y otras ciudades del país no son más que remedos patéticos de una cultura culinaria que se manifes- taba plenamente tanto en el fogón casero como en la fonda de barrio y el salón gourmet.

Hoy puede decirse que si alguien quiere conocer la auténtica cocina cubana, debe viajar a Miami y no a La Habana.

Descargar el texto en PDF.

h/t Ivette Leyva.

Sobre los «blue plate», dice Wikipedia:

La denominación blue-plate special (denominado también como blue plate special – en español: plato azul especial) es una terminología empleada en algunos restaurantes de Estados Unidos, especialmente en diners y cafés.1​ Se refiere a platos de bajo precio incluidos en los menús. Se trata de un tipo de plato denominado así desde 1875 cuando Fred Harvey Company ofrecía sus «Blue plate specials»,2​ servidos en platos de color azul compartimentados en tres partes: patatas, verduras y carnes (o pescado).

La denominación blue plate proviene del color de los platos en los que servían las raciones a comienzos del siglo XX, durante el periodo de crisis económica denominado: Gran Depresión. Por regla general eran platos compartimentados en los que se ponían las guarniciones separadas en tres o más compartimentos. Este concepto evolucionó en los años cincuenta a los denominados platos precocinados. La expresión acabó en la cultura popular con la misma denominación, a pesar de no continuar elaborándose con color azul, con ello se indicaba a aquellos platos de ejecución simple y bajo coste.

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