licencia de conducción

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Licencia de conducción. Expedida en 1989. Regalo de Almi Alonso. Colección Cuba Material.

A diferencia de Estados Unidos, país donde vivo y donde la licencia de conducción es el principal documento de identidad, en la Cuba de los años ochentas pocas personas poseían una. Como no se vendían automóviles a la población —estos eran asignados a unos pocos en los centros de trabajo—, obtener una licencia o carné de conducir no era un trámite necesario al alcanzar la adultez.

A diferencia también de las licencias de conducción estadounidenses, que en tanto documentos de identificación personal ofrecen a la policía mediante una simple búsqueda el historial delictivo —y algo más— de quienes las detentan, aquellas que el gobierno cubano expidió en los años setenta y ochenta se encuentran entre los documentos de identidad que menos datos personales consigna. Esto es algo notorio en un país y época donde se requería un carné para poder realizar casi cualquier actividad —hasta para practicar la pesca deportiva a bordo de embarcaciones—, y donde este tipo de documentos solía incluir información personal —incluso familiar— en extremo detallada, en mucho casos poco relacionada con el motivo por el cual era expedido.

Tanto la licencia de conducción que el músico Paquito D’Rivera obtuvo en 1979 como la de la actriz Almi Alonso, emitida diez años después, apenas consignan el número de la licencia, el nombre del interesado, la dirección residencial y número de carné de identidad del portador, las fecha de expedición y vencimiento del documento, una foto del titular, la descripción de sus impedimentos físicos, de tener alguno(s), y el tipo de licencia emitida.

Esta escasez de datos pudiera deberse a que los ciudadanos cubanos tienen la obligación de portar en todo momento su carné de identidad, por lo que la consignación en la licencia de conducir de información incluida en este último documento resultaría redundante, costoso e innecesario. Además, la licencia de conducción no es expedida a causa del interés de ninguna institución estatal —como es el caso del carné laboral, el de identidad y los de las diversas organizaciones políticas (PCC, UJC) o de masas (FMC, CDR)—, sino a petición de los interesados. Por último, la licencia de conducción no brinda acceso privilegiado a ningún bien o servicio, como sí ocurre con las libretas de racionamiento, el carné de los círculos sociales obreros o los carnés expedidos por la CTC en conjunción con el Ministerio de Comercio Interior y que otorgaban a los portadores el privilegio de acceder a las tiendas estatales durante los días reservados exclusivamente para los trabajadores (algo así como la versión «plan jaba» del mercado de bienes industriales).

Hubiera pensado que los dos colores, azul y rosado, en que fue expedido este documento respondían al género del automovilista, de no haber dado en internet con una licencia de 1995 de color rosado, cuyo titular es un hombre. Otro dato de interés es que, al menos desde 1979 y hasta 1995, todas las licencias de conducción emitidas ostentan la misma firma autorizada.

En mi familia inmediata, solo mi papá tenía licencia de conducción. Cuando mi hermana y yo éramos pequeñas, manejaba un viejo Chevrolet, que luego vendió para comprar, entre otras cosas, una moto, que luego también vendió, tras cambiarla varias veces, para terminar manejando automóviles pertenecientes a la empresa estatal donde trabajaba. Mi mamá intentó en algún momento sacar la licencia de conducción, pero desistió supongo que tras comprobar que no valía la pena el esfuerzo. A mí jamás se me ocurrió.

Mis abuelos maternos sí tenían ambos licencia de conducción, que obtuvieron en los años cuarenta. Mi abuela dejó expirar la suya cuando mi abuelo vendió su viejo Rambler, pero mi abuelo, en cambio, sí se mantuvo renovando su licencia. Al final de este post muestro la licencia de conducción de su papá, mi bisabuelo, expedida en 1918 bajo el rimbombante «Título de mecánico conductor de automóviles».

Si se compara esta vieja licencia, así como las que mi abuelo obtuvo antes de 1959, e incluso la primera licencia de conducción de mi papá, expedida en 1965, con los permisos pertenecientes a Paquito D’Rivera y Almi Alonso, puede comprobarse la diferente cantidad de datos personales que consignan. Los del primer grupo contienen mucha más información que las licencias expedidas en los años setenta y ochenta.

Licencia de conducción (dorso). Expedida en 1989. Regalo de Almi Alonso. Colección Cuba Material.
Licencia de conducción. Expedida en 1979 (reverso igual que la de 1989). Regalo de Paquito D’Rivera. Colección Cuba Material.
Licencia de conducción. Expedida en 1965 a favor de mi papá, José A. Cabrera Pérez. Colección Cuba Material.
Licencia de conducción. Expedida en 1965 a favor de mi papá, José A. Cabrera
Pérez (reverso). Colección Cuba Material.
Licencia de conducción. Expedida a favor de mi abuelo Leopoldo Arús Gálvez. Colección Cuba Material.
Licencia de conducción (reverso). Colección Cuba Material.
Licencia de conducción. Expedida a favor de mi abuelo Leopoldo Arús Gálvez (talonario de renovación). Colección Cuba Material.
Licencia de conducción (talonario de renovación, reverso). Colección Cuba Material.
Licencia de conducción. Expedida en 1957 a favor de mi abuelo Leopoldo Arús Gálvez. Colección Cuba Material.
Licencia de conducción. Expedida en 1957 a favor de mi abuelo Leopoldo Arús Gálvez. Colección Cuba Material.
Licencia de conducción. Expedida en 1918 a favor de mi bisabuelo Leopoldo Arús Iznaga. Colección Cuba Material.
Licencia de conducción. Expedida en 1918 a favor de mi bisabuelo Leopoldo Arús Iznaga (interior). Colección Cuba Material.
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