
En 1962, «Año de la Planificación», el gobierno inauguró la primera fábrica de lápices del país. Esta, según Maurice Halperin (The Rise and Decline of Fidel Catsro), fue «celebrated as a landmark in the drive fo import substitution» (p. 125). Sin embargo, pronto supieron los economistas y planificadles del naciente socialismo cubano que resultaba más caro adquirir las materias primas (madera y grafito) en el extranjero que importar lápices. Quizás eso explique la mala calidad del producto cubano.




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