cuchillas de afeitar socialistas
Por décadas, mi abuela guardó en el escaparate de su cuarto hojas usadas de cuchillas de afeitar. Las usaba, cuando ya no conseguían eliminar la naciente barba de mi abuelo o los pelos de sus piernas, para zafar costuras.
En el libro Guerrillas in Power: The Course of the Cuban Revolution (1970, New York: Hill & Wang), el periodista norteamericano de origen polaco K. S. Karol da fe de la escasez de cuchillas de afeitar que, ya en los sesentas, se vivía y del malestar popular asociado con la mala calidad de aquellas que se importaban del área socialista:
The language used by the Castroists at home was full of phrases reminiscent of Chinese arguments. They used the term revisionism as an obvious reference to the U.S.S.R. and its allies abroad. Even merchandise from Eastern Europe was commonly described by this title. Thus on my first day in Havana [en 1967] I learned that revisionist trucks were of very poor quality, or that anyone using revisionist blades needed no shaving cream—his tears would be quite enough. (Pp. 306-7)
El también periodista norteamericano Jose Yglesias, quien igualmente visitó el país en los sesentas, dice:
El Gallego liked to talk, but he had to go home to shave. I offered him a blade—»if you do not mind accepting it,» I said.
«If I do not mind!» he said. «If you know how I have plotted to ask you for one!»
When I saw him later clean-shaven, he said, «What a difference to the Soviet Astras. I can use it many more times.»
From then on, I would give a blade to men and the response was always the same. I gave a package of five to Dr. Padrón and he was quite thrilled. «I think I can make them last until Christmas if I use them right. Look at the shave I got—I do not think I have to shave for the rest of the week. I even cut myself because my beard was so thrilled that it got goose pimples!» (Yglesias, Jose. 1968. In the Fist of the Revolution: Life in a Cuban Country Town, p.112).
***
El Código de Defensa Socialista, promulgado en 1961 contra el acaparamiento y la especulación, prohibía, según Díaz Castañón (2004), “la venta callejera de 15 artículos: ‘cuchillas de afeitar, hilo de coser, jabón, sábanas y fundas, pasta dental, papel sanitario, vasos, platos, tazas, juegos de cristal, loza y plástico, pilas, linternas, detergente, tela antiséptica, mosquiteros, bombillos, desodorante, biberones y pezones de goma’.” (p. 169). En Díaz Castañón, María del Pilar. 2004. Ideología y Revolución. Cuba, 1959-1962. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.
Las viejas se usaban para sacar punta alos lapiced
Una amiga las metía debajo de una pirámide casera para que conservaran el filo :-)
Sí, por favor, aclara qué es eso de «pirámide casera» :-)
Teresa, describe eso de la pirámide casera, please.
Recuerdo las neva, las astra y las admiral. Juro que las otras nunca las repartieron por mis barrios.
Yo recuerdo que el filo se lo mantenían guardandolas en talco, o frotandolas sobre pomos. No recuerdo la piramide, pero seria interesante saber de que se trataba. Gracias, Maria, por traernos estos recuerdos!
Hay que asombrarse: ¡hasta las cuchillitas de afeitar no se salvaban de la políticización! ¿»Patria o Muerte» como marca revolucionaria? Como dirían los jóvenes yanquís de hoy en día, REALLY???!!!
la política de todos los días… hecha en Checoslovaquia
Esas cuchillas eran tan buenas que no se necesitaba agua para afeitarse, pues te afeitabas con sangre.