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Jaba de nylon de las Tiendas Intur
Jaba de nylon de las Tiendas Intur

Jaba de nylon de las Tiendas Intur. 1980s. Colección Cuba Material.

Tanto las tiendas del mercado racionado como las del mercado paralelo, envolvían los productos a la venta en cartuchos de papel. Estos no eran precisamente feos, pero así lucían cuando los comparábamos con las jabas de nylon. Y es que estas últimas eran el sello distintivo del comercio en moneda convertible (convertida: dólares estadounidenses, rublos, cheques de viajero y hasta oro, plata y piedras preciosas cambiados por chavitos) al que solo tenían acceso los turistas, los técnicos extranjeros, la comunidad exiliada y, a finales de los ochentas, quienes tenían oro o plata que venderle al gobierno a cambio de unos pocos bienes de consumo capitalistas, comercializados a precios exorbitantes.

Por muchos años coleccioné una pequeñísima jabita de nylon de las Tiendas Intur con el mismo embeleso con que mi abuela había guardado por décadas unas ediciones en miniatura de un diccionario del idioma español, en dos tomos.

Más exóticas aun eran las jabas de nylon de tiendas extranjeras, privilegio al que muy pocos cubanos tuvieron acceso.

Jaba de nylon de las Tecnitiendas

Jaba de nylon de las Tecnitiendas. 1980s. Colección Cuba Material.

Jaba de nylon de las tiendas de Cubalse

Jaba de nylon de las tiendas de Cubalse. 1980s (¿?). Colección Cuba Material.

Jaba de nylon de las Tiendas Intur

Jaba de nylon de las Tiendas Intur. 1980s. Colección Cuba Material.

Llavero del Hotel Hanabanilla
Llavero del Hotel Hanabanilla

Llavero del Hotel Hanabanilla. Setentas u ochentas. Colección Cuba Material.

El 26 de julio de 1975, Fidel Castro inauguró el Hotel Hanabanilla, construido en una de las orillas del lago homónimo en la Sierra del Escambray, región de Manicaragua, provincia Villa Clara. Su nombre significa, en lengua aborigen, cesta de oro. Cuenta con 125 habitaciones y lo administra la cadena estatal Islazul.

Camilo Venegas cuenta en su blog El fogonero que, en los ochentas, tres jóvenes que querían abandonar el país secuestraron a unos turistas norteamericanos que estaban hospedados en el hotel con la intención de negociar la salida a cambio de la entrega de los rehenes. Sin embargo, la policía capturó a los secuestradores, quienes fueron sentenciados a largas penas de cárcel. Se desconoce el paradero de dos de ellos.

Oldsmobile 1956 de Ambar Motors Corp
Oldsmobile 1956 de Ambar Motors Corp

Tarjeta promocional del Oldsmobile de 1956, enviada por el negocio de venta de autos Ambar Motors Corporation. 1955. Colección Cuba Material.

La atracción por «lo de afuera» es evidente en las páginas del Manual de educación formal publicado por primera vez en 1976 y reeditado en 1978 y en 1983:

“Es de mal gusto solicitar a los turistas ‘souvenirs’ de cualquier tipo. Ellos vienen a disfrutar de nuestro sol, de nuestras playas y del clima y a conocer las realizaciones de la Revolución y todos debemos contribuir a que encuentren un ambiente agradable.” (P. 49)

“Todos nuestros educandos deben tener presente que una forma de demostrar al mundo los resultados de nuestra educación está en las relaciones con personas procedentes de países capitalistas, muy especialmente con los turistas. Debemos actuar con naturalidad y sencillez con ellos en todo momento; ser atentos y cordiales; pero de ningún modo mostrar interés por artículos de uso personal o por el establecimiento de relaciones de amistad o camaradería.” (P. 49)

(tomado de la edición de 1983, corregida con recomendaciones de maestros y dirigentes nacionales)

Billete de un peso emitido en 1961
ZIL-115 usado por Fidel Castro en los años 1980s. Imagen tomada de Café Fuerte.

ZIL-115 usado por Fidel Castro en los años 1980s. Imagen tomada de Café Fuerte.

En Café Fuerte: Las falsas limosnas de Fidel Castro: ¿una engañifa comercial?

Un reportaje sobre la circulación como taxis en La Habana de los autos soviéticos que presuntamente utilizaba el ex gobernante Fidel Castro, se convirtó este sábado en tópico viral en las redes sociales, con amplio eco en los medios de comunicación en Estados Unidos, incluyendo, obviamente, los de Miami.

Sin embargo, la información difundida es imprecisa y parece más bien conectada a una estrategia de publicidad de la empresa estatal CubaTaxi para despertar el interés de los turistas que recurvan por Cuba en estos días. Puedo afirmar categóricamente que esos autos ZIL de alquiler que circulan en La Habana, con un precio de $100 a $140 en recorrido, no fueron utilizados por Castro.

Si se observan fotos de los carros del mismo modelo empleados para el traslado de Castro, se verán claras diferencias con las limosinas que actualmente se están rentando a los turistas para recorrer la capital cubana. Ciertamente, muchos de estos carros que ahora fueron entregados a CubaTaxi pudieron formar parte de la flota que servía para recibimientos de protocolo en el Ministerio de Relaciones Exteriores, pero no son los empleados por Seguridad Personal para los movimientos del líder cubano,

En realidad, Castro contaba con tres de estos autos ZIL-115, uno para cada uno de sus choferes personales en aquella época: René Vizcaíno Cruz, Angel Figueroa Peraza y Jesús Castellanos Benítez. Estos vehículos eran blindados, tanto la cabina como los cristales del parabrisas y las ventanillas.

Este modelo se comenzó a fabricar en la Unión Soviética en 1972 y dejó de hacerse en 1988, año en que Castro pasó a utilizar los autos Mercedes Benz.

El ZIL tiene un largo de unos seis metros y aproximadamente dos metros de ancho, motor V-8 de 7.6 litros, con un peso de 3.6 toneladas, y podía alcanzar una velocidad de cero a 60 kilometros en 13 segundos.

Hay otro ZIL (modelo 111), descapotable y de color gris verdoso, que fue empleado solo para recibimientos de presidentes. Fue un obsequio del líder soviético Nikita Jruschov a Castro, pero solo fue utilizado para actividades protocolares.

Cuando Castro decidió no emplear más estos autos soviéticos, entre otras razones porque ya no se fabricarían más, la flota completa fue mandada a conservar y guardar en los talleres de la Seguridad Personal.

También están guardados y debidamente preservados allí los autos que Castro ha utilizado durante toda su vida: el Oldsmobile de los años 60, los tres Alfa Romeo que usó posteriormente y los ZIL mencionados. Igualmente se conservan los automóviles utilizados por Celia Sánchez, Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara.

De manera que habría que indagar de dónde partió la iniciativa publicitaria para arrebatarle los dólares a los turistas haciéndoles creer que viajan en el automóvil que alguna vez sirvió a Castro y su comitiva.

Viajé durante varios años en esos autos ZIL, acompañé a Castro en todos sus recorridos y me son familares todavía hasta los recovecos de sus interiores. Alquilar esos autos pensando que fueron los del ex gobernante es como comprar a sobreprecio un billete falso.

H/T: Walfrido Dorta y Emilio García Montiel.

Fuente Luminosa
Fuente Luminosa

Fuente Luminosa. Rotonda de Boyeros y Avenida 26. Al fondo, la Ciudad Deportiva.

La Habana de mi infancia, la de los tardíos años setenta y tempranos ochenta, no era una ciudad presumida, y lo hacía saber de muchísimas maneras. Sus espacios públicos coexistían con edificios desteñidos y sucios, y con adornos urbanos que alguna vez fueron hermosos, ya venidos a menos, como los paragüitas del ICAIC que salpicaban la avenida 23, y las obras de arte reproducidas en granito en las aceras de La Rampa.

Mi Habana no era una ciudad coqueta. Si se repasa su inventario escultórico, da la idea más bien de una ciudad ultrajada. Muy distinta de la que ahora ahora se inventa una nueva utilería, pensada como trasfondo de fotos de turistas. Parte de ella se alza, como figuras troqueladas, en las plazas y lugares públicos del casco histórico: estatuas de John Lennon, del Caballero de París, de la Madre Teresa de Calcuta. Han llegado incluso hasta El Vedado, donde también se restaura el viejo y olvidado monumento al Maine, de mano de un refulgente Berlioz y un cobrizo Benito Juárez.

Muy distinta de esta, La Habana de mi infancia era una ciudad de monumentos mutilados y pedestales vacíos.