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almendron en Hapers Bazaar
almendron en Hapers Bazaar

Fotografía de Haper’s Bazaar. 1992. Imagen tomada de Pinterest.

Hace unos días, el periódico español El País publicó el texto “La moda enloquece con Cuba.” No puede describirse mejor el último episodio del no tan nuevo maridaje entre los discursos simbólicos de la industria de la alta costura internacional y la cultura material de la Cuba post-soviética, país donde, sin embargo, se emite desde hace décadas una libreta de racionamiento anual para la adquisición de prendas de vestir que ni siquiera logra satisfacer las necesidades de uniforme escolar.

El compadrazgo entre la alta costura y la materialidad cubana debutó en 1992, aún cuando ya en la “era soviética” el país se acercó a la industria de la moda internacional al invitar a creadores tan reconocidos como Emilio Pucci y Paco Rabanne, por sólo mencionar algunos de los modistos que visitaron el país en los ochentas. Sin embargo, durante el período denominado Especial (eufemismo que distinguió a la crisis provocada en Cuba por el desplome del socialismo en Europa del Este y la desintegración de la URSS) se forjó un nuevo vínculo entre la industria de la moda foránea y algunas formas de representación de Cuba y la cubanidad que perduran hasta hoy.

Un lugar preponderante en esta identificación lo ocupan los automóviles clásicos norteamericanos, en gran medida debido a que remiten a un período anterior a 1959, con toda la nostalgia y, sobre todo, el anacronismo que ello implica en un país que, más o menos a partir de ese año, se pasó al bando contrario en el conflicto mundial conocido como la Guerra Fría. Los almendrones, como se les conoce desde hace tiempo en Cuba, constituyen la herencia más conspicua de aquel pasado donde los estrechos vínculos con los Estados Unidos, la relativa buena salud de una abundante clase media y las garantías a la gestión y propiedad privadas condujeron a que La Habana tuviera en su momento más Cadillacs per cápita que Nueva York.

Ya en mayo de 1992, el editorial «Cuba Libre» de Harper’s Bazaar puso a la modelo Kara Young sobre un flamante auto clásico descapotable de color rosa pelícano, en una escena con visibles errores de ambientación como el anuncio que se lee en un segundo plano que nada tiene que ver con la realidad cubana. En la escena, obviamente no construida en Cuba, el único elemento que denota cubanía, más allá de dos ralas palmeras, es la presencia central del almendrón. La revista estadounidense volvió a abordar el tema cubano en 1998 cuando, esta vez sí, envió a las modelos Naomi Campbell y Kate Moss a La Habana, lo que le costó $31,000.00 de multa por infringir los términos del embargo norteamericano a la isla. En esta ocasión, puede verse a las modelos compartiendo escenas de la vida cubana, una de ellas viajando en lo que se intuye como un descapotable que necesariamente tiene que ser antiguo, pues no se importaron automóviles de este tipo con posterioridad. Este, sin embargo, no se muestra en la imagen, que se concentra en los cabellos revueltos por la brisa, mostrando como fondo una calle habanera.

Algo después, en el 2010, la French Revue de Modes incluyó en su edición de primavera un foto-reportaje de ficción cuyo tema central eran los paseos de una pareja en una Habana ruinosa. En una escena urbana se muestra a la modelo, morena, recostada a un viejo almendrón de alquiler, azul cobalto, en una pose que sin dudas alude al fenómeno de la prostitución en Cuba. Ese mismo año, Vogue UK 2010 también ambientó en Cuba una sesión de fotos. En “Viva Cuba”, título dado al reportaje, una modelo rubia se pasea por calles rotas por donde circulan viejos almendrones.

En el 2012, la edición de marzo de Marie Claire France mostró a la modelo Cris Urena combinando lo mejor de la alta costura internacional con el decadente entorno de La Habana, en escenas que también incluyen automóviles clásicos. El reportaje, titulado “Mambo Show”, dice recrear el ambiente de los años 50. También en 2012, la revista Elle mostró a Rihanna viajando en un envejecido almendrón descapotable junto a un modelo que encarna el clásico estereotipo del latin lover, en una escena que supuestamente recrea La Habana de 1956. Para la ocasión, la revista produjo un video clip de la cantante en el que también se incluyen almendrones despintados. Ese mismo año, la firma española YERSE ambientó su colección de primavera-verano en una Cuba cuyo elemento más conspicuo parece ser el clásico almendrón. En una de las imágenes, YERSE utiliza como único “soporte” de uno de los pañuelos de su colección el asiento trasero de un auto clásico norteamericano, tapizado con un bien cuidado cuero, cosa poco común en una Cuba abatida durante muchas décadas por la escasez.

Al año siguiente, la edición de abril de Cosmopolitan UK colocó a la modelo Michelle McCallum junto a un flamante descapotable rojo. Otras imágenes también la muestran sobre el capó de un almendrón rojo un poco más deteriorado, en cuyo parabrisas puede verse la bandera cubana, o caminando por una calle desolada donde sólo circulan almendrones.

Sin embargo, como anota Begoña Gómez Urzaiz, autora del texto de El País “La moda enloquece…”, en los últimos meses la mentada componenda entre La Habana y la moda parece haber adquirido visos apoteósicos y, con ellos, también el vínculo entre los almendrones y la industria de la alta costura internacional. Está por ver si Karl Lagerfeld, que acaba de anunciar que en mayo próximo tendrá lugar en Cuba el desfile de la colección Crucero 2017 de Chanel, hará desfilar a las modelos sobre descapotables o las pondrá a caminar en tacones en forma de almendrón. A día de hoy, las revistas Vanity Fair, en su edición de noviembre -cuya portada ha dedicado a la cantante y modelo Rihanna-, Marie Claire US, en su edición de septiembre, W, en su edición de agosto, y Porter Magazine, en su edición de otoño, han publicado foto reportajes ambientados en una muy deteriorada, y a estas alturas pueblerina, Habana, donde se puede divisar al menos un almendrón.

En la última entrega de Vanity Fair, los almendrones llegan incluso a desplazar a la popularísima Rihanna en la imagen a dos páginas que encabeza el artículo dedicado a la cantante. La estrella del mundo del espectáculo, de rojo, se pierde entre las paredes también rojas de un bar de mala muerte, ambos en un segundo plano dominado por un primer plano de un lustroso Lincoln Continental rojo que, según aclara el pie de foto, perteneció a Marta Fernández de Batista, la última Primera Dama que conocieron los cubanos (como también, me dijeron, perteneció a ella el Lincoln Capri de color negro en que una vez me trasladé al aeropuerto—sospechoso, no?).

Aunque prefiere no mezclar los carísimos diseños de alta costura con automóviles clásicos, la revista W no deja de incluir una fotografía en donde, sin que se muestre ninguna prenda de vestir, aparece un automóvil clásico. Como si de no dejar ninguna duda sobre la identificación del almendrón con la isla se tratara, la disposición de los diferentes elementos de la fotografía parece sugerir el diseño de la bandera cubana, el rojo almendrón representando el escudo que, ni más ni menos, simboliza la sangre que los patriotas cubanos alguna vez derramaron por la patria.

El capital simbólico acumulado por los autos clásicos antiguos es compartido también tanto por las actrices y modelos que usualmente aparecen en las páginas de las revistas de moda como por la gente común que consume estos medios. Paris Hilton y Naomi CampbellBeyoncé y Jay Z son algunos ejemplos que han inspirado a otros a fabricar en Cuba sus escapadas de ensueño, en las que nunca falta el ubicuo almendrón. Tal es el caso de Suzie y Max, cuya boda, según la propia Suzie, hubiera estado incompleta “without a fleet of classic American cars”.

Los almendrones cargan una gran dosis nostalgia, elemento al que la industria de la moda gusta apelar, encarnando el contraste entre lo nuevo con lo viejo, el hoy con el ayer, el nosotros con el ellos, el imperio con las dependencias de ultramar, la modernidad con las ruinas. Este repaso apenas quiere anotar el recorrido, más o menos predecible, del encuentro de algunos de los discursos simbólicos de la moda contemporánea con el anacronismo de la cultura material cubana.

 

Fotografía publicada por Vanity Fair. Noviembre del 2015.

Portada de la revista Muchacha
Portada de la revista Muchacha

Portada de la revista Muchacha. 4 de octubre de 1983. Colección Cuba Material.

De Gladys Egües, periodista de la revista Mujeres, dice La Jiribilla:

Si alguien quiere contar la historia de la revista Mujeres, no podrá jamás dejar de interrogar a esta mujer. Sus criterios, aderezados además por un impresionante conocimiento de nuestras historias culturales, porque las ha vivido de cerca, incluso algunas de las que no se habla comúnmente, son invaluables. Si, además, se revisa la nómina de la Editorial de la Mujer en labores como la orientación de la cultura del vestir y la imagen personal, consejos para el hogar y hasta observaciones para simplemente transmitir y asentar una mejor educación, en las páginas de no pocos libros y en todas las revistas, estará esta periodista.

Y esto es lo que conversaron:

¿Por qué llegas a la Editorial de la Mujer?

Vengo de la revista Romances. Comencé en agosto de 1973. Esa publicación era de prensa independiente, eran Ellas y Romances, con capital cubano. De esas revistas, de buen desempeño en la década de los 50, se mantuvo Romances. En honor a Ellas, fundada en la década de los 30, se nombró Ellas en romances. No soy fundadora del primer equipo después del triunfo de la Revolución, sino de la tercera hornada. Y al final, Romances se une a la Editorial de la Mujer el 18 de enero de 1978, cuando se decide que toda la prensa femenina sea dirigida y orientada bajo la égida de la Federación de Mujeres Cubanas.

(…)

Sin embargo, andando las cosas, desde muy joven, desde mis primeras tareas con la Revolución siempre tuve conceptos muy claros de mi identidad, de la situación de lo que significa ser caribeña y ser cubana. Entonces, lo primero que descubrí al empezar a manejar estos asuntos, al hojear las revistas, era que se intentaba, con mujeres blancas, hacer maniquíes mestizas. También me parecía que le faltaba un poco de ciudad, un poco de tranquilidad, un modo diferente de ver la forma, el vestir, la imagen personal de la gente.

A la sazón, voy  a casa de la pintora Antonia Eiriz a hacer un trabajo. Por entonces, Antonia había comenzado una serie de proyectos, las primeras bisuterías en papier maché y todo aquella labor comunitaria que se iniciaba. Se me ocurrió que una colega mía, mestiza, casi negra, fuera la maniquí de aquel trabajo. Se publicó enRomances y me fascinó extraordinariamente. A partir de entonces comencé mis pininos, me acerqué a ver lo que hacían las personas que más conocían en esos temas: Yara Luisa González, Silvia Bota… Unido a eso, como periodista comencé a cubrir los sectores de la Industria Ligera y Comercio Interior. Me ligué mucho al tabloide Opina que editaba el Ministerio de Comercio Interior. Allí conocí a los últimos publicistas que quedaban en el país; me adentré en ese mundo de la imagen, de la publicidad, del marketing.

(…)

Siempre hubo cosas, desde un principio, que me chocaban un poco pero no sabía analizarlas ni verlas. Pero tuve la suerte de conocer a las personas que desde los años 60 y 70 empezaron a determinar en el vestuario en Cuba. Manolo, Rafael de León, a quien tanto le tengo que agradecer; Agustín; el Centro de la Moda de la Federación de Mujeres Cubanas, que creo que ocupó un espacio trascendente.

Por ejemplo, iba a Matanzas, al Festival del Carbón, traía a las niñas carboneras, ya comenzaban a haber problemas de la imagen, y las vestían. Pasó con las muchachas que manejaban los tractores Piccolinos, las piccolineras, en los años 68 y 69, y se les hacían ropas especiales para ellas. Ese Centro de la FMC tuvo un papel preponderante para cambiar las concepciones de la imagen. Y todo ese mundo nuevo que estaba comenzando, que estaba tratando de hacer rompimientos, donde había todavía muchas cosas por definir, donde se usaron las primeras maniquíes negras… me fue atrapando, y cuando ya pasé a la Editorial de la Mujer, seguí tratando los temas de las tareas y asuntos del hogar.

Una vez creada la Editorial de la Mujer, seguiste profundizando en esos temas. ¿Ya tenías secciones fijas desde entonces?

Desde Romances ya atendía secciones como Gavetero, Secretos, varias secciones que se implementaron luego en las revistas Mujeres y Muchacha. De Muchachahay que decir dos cosas: soy del grupo que inició esta publicación. Y de ella hay que decir que jugó un papel muy determinante en las formas del vestir, porque rompió con la imagen del maniquí tradicional. Se trajeron a las niñas de su casa, a las jovencitas de toda Cuba, con sus ropas, coordinando su imagen y viendo cómo instruir a la población para lograr una apariencia equilibrada y bonita con lo que se tenía en el escaparate. Creo que esa década de los 80 fue un momento muy importante, y puedo asegurarte que se logró algo dentro de nuestro país.

(…)

¿Te ha pasado que se menosprecie tu trabajo, por considerarlo un tema menor, poco trascendente para las academias?

Soy una periodista de temas menores. Nunca seré una periodista multipremiada.

¿Pero lo crees así o es tu percepción del pensar de los otros?

Lo siento así, sencillamente, lo siento. Incluso, entre mis propios compañeros, si se va a dar un premio, casi nunca se me tiene en cuenta, pues la moda no es más que un concepto, un conglomerado. Pero hasta las cosas mínimas que hace el diseñador pasan por delante de mis ojos porque yo sí defino lo que va a salir en mis páginas, lo acomodo. Puede tener un aderezo, puede tener una visión o puede ser completado por otra mirada, por supuesto, pero debe partir primero de mi punto de vista en líneas generales.

Te voy a poner un ejemplo. El libro Mil ideas tiene por dos años consecutivos uno de los más altos lugares en ventas en todas las provincias. Pero no es trascendente, porque no es el libro de un gran escritor, porque no es un tema que vaya a definir absolutamente nada.

(…)

Desde ese aprendizaje sobre la marcha, ¿cómo resolviste el posible antagonismo moda versus perspectiva de género?

Se fue definiendo, se fue decantando por sí mismo. Hay un asunto que siempre hemos tenido muy claro. Como en Cuba no hay revistas o publicaciones de algún tipo, especializadas en vestuario, pues hay que tratarlo dentro de la prensa femenina. Y han sido tan bien tratados estos temas que, en la década de los 80, los soviéticos querían comprarnos 20 mil revistas mensuales, de Mujeres y deMuchacha. En México querían comprar ambas publicaciones, como diez mil revistas, por el modo en que nosotros tratábamos esas temáticas.

Eso, sin papel cromo, sin computadoras, hecho todo a mano, por los métodos antiguos de cortar y pegar figuritas, con rotativa, dibujando sobre fotos… Sin embargo, tanto para la Unión Soviética, como para México o para Canadá, que también se interesaban, con ese mismo papel malo y todo, era un producto muy interesante. Algo diferente.

Para cualquier feminista debe ser evidente el tratamiento distinto que se le da a la cultura del vestir en nuestra revista. Quizá se nos carga un poco la mano en la orientación. Pero es que aquí no se trata de vender nada, ni de un asunto comercial, ni de imponer qué se usa o no. El objetivo es orientar a las personas para que sepan cómo equilibrar mejor su imagen, cómo cuidar su salud y cómo, a partir de su cuerpo gordo, bajito, delgado, puedan lucir mejor. Y hasta el un poco mejor puede ser una trampa. Digo, un poco mejor, pero me refiero al estilo quizá más convencional. Es decir, tener un porte más elegante, vestirse en función de cada hora o de cada lugar, de qué te funciona según tu físico, cómo esconder grasitas… No hemos avanzado lo suficiente como para decir que una mujer gruesa, rumbosa con la barriga afuera, sea algo bello. Me parece que es algo de mal gusto. Como mismo, una flaca, rumbosa y con la barriga afuera es de mal gusto; ambas cosas.

Leer toda la entrevista en La Jiribila.

Poema Cantar de la Escuela al Campo
Poema Cantar de la Escuela al Campo

Poema Cantar de la Escuela al Campo. Publicado en el reverso de la contraportada de la revista Bohemia. 1970s. Colección Cuba Material.

Sobre la escuela al campo, dice la historiadora Lillian Guerra (2010): «By the mid-1960s, combining manual labour with mental work by performing unpaid, often gruelling agricultural tasks under a hot sun while living in military-style barracks for months at a time became the most unifying experience for island youth from early adolescence to their mid-twenties. By 1967, the policy of sending middle school and high school students to study and work in the countryside became permanent: over 150,000 attended escuelas al campo in that year alone. The figure represented 84.68 per cent of the total number enrolled» (p. 274)

Cantar de rana y sapito
Cantar de rana y sapito

Contraportada de la revista Bohemia con el poema «Cantar de rana y sapito». Colección Cuba Material.

Durante años, mis padres y abuelos recortaron y guardaron «los versitos» que aparecían en el reverso de la contraportada de la revista Bohemia. Cuando éramos pequeñas, mi hermana y yo nos los aprendíamos de memoria y, a veces, los recitábamos en la escuela o en las actividades del Comité de Defensa de la Revolución (CDR) de casa de mi abuela.

* * *

Muchos de esos versitos fueron exhibidos, en el 2015, en la exposición Pioneros: Building Cuba’s Socialista Childhood, curada por Meyken Barreto y por mí, que estuvo abierta al público entre el 17 de septiembre y 1 de octubre de 2015 en la Arnold and Sheila Aronson Galleries, Sheila C. Johnson Design Center, Parsons School of Design, The New School, New York, NY. Para ello contamos con el financiamiento parcial del premio New Challenge Award for Social Innovation que otorga The New School.

Vista de la exposición Pioneros: Building Cuba’s Socialista Childhood

Vista de la exposición Pioneros: Building Cuba’s Socialista Childhood, curada por Meyken Barreto y María A. Cabrera Arús, que estuvo abierta al público entre el 17 de septiembre de 2015 y 1 de octubre de 2015 en la Arnold and Sheila Aronson Galleries, Sheila C. Johnson Design Center, Parsons School of Design, The New School, New York, NY.