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Sobre que contenía los documentos de garantía del refrigerador Admiral que compraron mis abuelos en los años cuarenta-cincuenta. Colección Cuba Material.

Apenas comenzado el siglo XXI, Fidel Castro lanzó la que se conoció como «revolución energética». Esta supuso el reemplazo, decretado por el gobierno, de todos los refrigeradores soviéticos y norteamericanos que existían en los hogares cubanos. A cambio, el gobierno vendió a los dueños de estos refrigeradores modernos de fabricación china. Para ello, fueron enviados inspectores a las casas, que contabilizaron los refrigeradores en existencia y presionaron a sus dueños para que accedieran al cambio que se les proponía, entregando gratuitamente al estado su refrigerador antiguo y comprando el que este les vendía. Casi todos lo hicieron, como puede observarse en una simple visita a los talleres donde se reparan refrigeradores. Las hileras de refrigeradores chinos, todos del mismo color blanco y tamaño mediano, delatan la poca calidad de los nuevos equipos, muchos de los cuales dejaron de funcionar antes de que el pago de las mensualidades del préstamo financiero en que sus dueños incurrieron concluyera.

Con ello, perdí

la posibilidad de obtener un refrigerador soviético para la colección de Cuba Material.

Sobre la recogida de los refrigeradores norteamericanos y soviéticos y su sustitución por refrigeradores chinos, ver, en Octavo Cerco«la llegada del refrigerador».

Reemplazo de refrigeradores. Imagen tomada de internet.

Reemplazo de refrigeradores. Imagen tomada de internet.

Reemplazo de refrigeradores. Imagen tomada de internet.

Reemplazo de refrigeradores. Imagen tomada de internet.

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En la revista de artes visuales Heterogénesis: Good-by Rocco, por Jorge Perugorría y Juan Carlos Tabío:

Compañeras y compañeros:

Aquí yace, en contra de su voluntad, el compañero Rocco. Nace en Detroit en agosto de 1952, en la fábrica de la General Motors. En su más tierna infancia fue testigo de las confrontaciones sindicales y de las reivindicaciones raciales que sacudieron su ciudad de nacimiento, forjando así su inclaudicable espíritu de lucha.

Siendo aún muy jóven, junto a 250 hermanos suyos, es obligado a hacinarse en el vapor General Custer (primo del General Motors), arribando a la bahía de La Habana en enero de 1953. Aquí en La Habana es adquirido, como vulgar mercancía, en la tienda “El Encanto” por la familia Orozco, llevando a partir de ese momento una vida burguesa de abundancias durante la cual enfrió los más exquisitos manjares y licores. No es hasta cinco años después, en 1958, cuando Joaquinito, el benjamín de los Orozco, a la sazón estudiante de derecho en la Universidad de La Habana, comienza a esconder entre champanes y langostas, proclamas subversivas del 26 de julio, lo que provoca una retoma de conciencia del compañero Rocco y su inicio en la lucha revolucionaria, llegando incluso a acoger en sus entrañas a un compañero de Joaquinito perseguido por los Tigres de Masferrer.

Ya en 1960, los sobrevivientes de la familia Orozco, (incluyendo a Joaquinito) abandonan el país, y la mansión de los Orozco (y por supuesto el mismo compañero Rocco), pasan a ser propiedad del Estado.

Conectado activamente al voltaje de todos los procesos de transformaciones revolucionarias, el compañero Rocco participa en la Campaña de Alfabetización, Crisis de Octubre, Zafra de los 10 Millones (trabajando en ésta más de 365 días al año). En todos estos años el compañero Rocco, lejos de añorar los filetes y caviares que conservó en su juventud, se dedicó, con ahínco encomiable, a enfriar torticas, masareales, croquetas cosmonautas (las que se pegan al cielo”de la boca”) los refrescos conocidos como “líquido de freno” y agua, mucha agua que calmaron la sed de nuestros estudiantes y milicianos.

Ya a principios de los años 70, con la llegada de sus congéneres soviéticos, el compañero Rocco es confinado a un honroso “plan pijama”, olvidado en un oscuro almacén durante todo un quinquenio gris, hasta que el “inventivo” administrador del almacén lo trueca, en una maniobra “por la izquierda” por un juego de “doce sillas” a una humilde familia proletaria, en el seno de la cual, y con su esfuerzo desinteresado de siempre y con la alegría de sentirse útil nuevamente, el compañero Rocco se apresta a congelar sabrosos “durofríos”, convirtiéndose en el sostén de esa familia y ganándose así el cariño de todos los niños del barrio.

Los 80 son años en los que el compañero Rocco puede vivir del fruto de su trabajo. Con el producto de la venta de estos “durofríos” el compañero Rocco es recompensado con quesitos crema, jamón plástico, pollo a la jardinera, vinos búlgaros y algún que otro cake bombón (de los que costaban 10 pesos cubanos), llegando incluso a enfriar su pedacito de carne de puerco y su cervecita en los días festivos. Y por supuesto, los huevos de siempre. A principios de los años 90, y como consecuencia del “Período Especial”, el compañero Rocco es sometido al zozobrante sistema de apagones que lo llevaron al borde del ataque de nervios. Tan prolongados llegaron a ser estos apagones que cuando se restablecía brevemente el fluído eléctrico, el compañero Rocco llegó a pensar que le estaban aplicando “electro shocks”.

Fue en aquellos difíciles momentos que la humilde morada de la familia que acogió al compañero Rocco como a un pariente más, es escogida por el ICAIC como locación principal de la película “Fresa y Chocolate” en la cual el compañero Rocco, no obstante su deteriorada salud física y mental, asume el rol protagónico que le valió la unánime aclamación de público y crítica como (con mucho) el mejor actor de la película.

Lejos de envanecerse con tan ecuménico triunfo, el compañero Rocco acomete con renovados bríos las perspectivas que le depara su nuevo horizonte de sucesos: Jefe de Frigoríficos del Paladar “La Guarida”, porque en paladar deviene su vivienda no bien terminado el rodaje del susodicho filme.

Ahora vuelve el compañero Rocco a enfriar los manjares y licores olvidados de su juventud. En este paladar, la carismática presencia del compañero Rocco es punto de atención de todos los clientes, llegando incluso a departir con La Reina de España, para la cual sacara de sus gélidas entrañas un rotundo y criollo boniatillo que arrancó los más encomiásticos comentarios de Su Majestad.

Así trancurría la plácida vejez del compañero Rocco, esperando que llegara, como en un sueño la muerte natural con esa paz de espíritu propia de quien ha cumplido a cabalidad y conciencia toda tarea que le haya sido encomendada. Pero no, la muerte del compañero Rocco sobreviene de forma trágica y fulminante cuando es públicamente declarado “Devorador Energético”.

Sus relays y reguladores de voltaje no soportaron la vergüenza y el compañero Rocco estalla en un flamígero y fatal cortocircuito que sonó en todo el barrio como un ¡PLAFF! fatídico.

Compañero Rocco, donde quiera que tú estés ahora, que llegue hasta ti nuestro agradecimiento por todos tus desvelos y nuestro más sentido pésame para que de una vez por todas descanses en paz.