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Vasija de cerámica
Vasija de cerámica

Vasija de cerámica. Colección Cuba Material.

En Hecho a mano en Trinidad de Cuba, libro de Cristina González Béquer (E&A Editions 2013):

En el año 1959, cuando la Comisión Nacional de Turismo se convirtió en el INIT (Instituto Nacional de la Industria Turística) algunos especialistas fueron a conocer y a valorar la obra de los artesanos trinitarios. Una exposición, que debe haber tenido lugar a finales de ese año o a inicios del 60, recogió los resultados de la pesquisa y del trabajo directo con los artesanos para conseguir piezas de gran calidad. Por ese tiempo, dos arquitectos, Gonzalo Córdoba y María Victoria Caignet, ambientaron las cabañas del Motel Las Cuevas utilizando piezas de artesanía local. Las bases de las lámparas se hicieron en Los Hornos de Cal y fueron modeladas siguiendo los patrones que, unos años antes, habían aprendido los alfareros trinitarios de Amelia Peláez. Las pantallas fueron tejidas de carey, lo mismo que las empleitas con las que crearon vistosas esteras. Más tarde, por obra y gracia de esos pesquisajes, se mezclaron y se estandarizaron las manualidades en todo el país y se formó una mezcolanza de artesanías que impediría, por largo tiempo, reconocer las tradiciones locales.

A mediados de la década de los años setenta, Córdoba y María Victoria regresaron a Trinidad para realizar la ambientación del hotel que se construía entonces en la playa de María Aguilar y que se llamó Costa Sur (…). Lorenzo Urbistondo y Aurora Mesa, que fueron los diseñadores designados para esa tarea, (…) recorrieron casas y patios trinitarios, visitaron el taller de alfarería de los Santander y conocieron a mucha gente anónima —que seguía trabajando en pequeña escala— con el propósito de utilizar sus obras en los espacios del hotel. Por ejemplo, los pañuelos de malla de Enriqueta Medina, hermana de Merceditas, iban a ser enmarcados para presidir los dormitorios. Llegaron a realizar el diseño para estampar un tejido, cuyo dibujo imitaba las ensaladillas que habían encontrado en las camas trinitarias. Con ese tejido proyectaron la elaboración de las sobrecamas del hotel.

La premura por inaugurar el hotel hizo que estos proyectos decorativos nunca llegaran a realizarse. Las sobrecamas definitivas fueron de chenille, como las de todos los hoteles cubanos de esa época. (pp. 71-74)

Monograma bordado con el escudo nacional
Monograma bordado con el escudo nacional

Monograma bordado con el escudo nacional, para utilizar en el traje de Arnaldo Tamayo Méndez. 1980. Colección Cuba Material. Regalo de Sergio Valdés.

En La Jornada: Dinorah, la bordadora de Fidel:

El nombre que aparece en su carné de identidad es Lucía Lucinda Betancourt Montenegro, pero para “su familia, sus íntimos y El Jefe” ha sido toda la vida “Dinorah, la bordadora”. Tiene 83 años cumplidos, de los cuales lleva más de 50 bordando los grados de Comandante en el uniforme verde olivo de Fidel Castro —“y en la camisa de hilo que él usaba por debajo del uniforme”, aclara.

(…)

“En 1960 llegó a mi casa un escolta de Fidel. Alguien le había dado una referencia de nosotras, porque mi hermana y yo aprendimos el oficio de mi madre, y con eso nos ganábamos la vida. Él traía un uniforme y me pidió que le bordara los grados de Comandante. Yo no era nadie; qué honor”, se emociona.

En aquel momento el dibujo sólo contemplaba el rombo rojo y negro, con la estrella blanca en el centro, que comenzó a llevar al Triunfo de la Revolución. “Años después, al dibujo original se le incorporaron las dos ramitas. A mí me lo traían trazado en el uniforme, pero no siempre la línea estaba bien hecha”, admite. Su hermana Raquel tercia en la conversación: “Muchas veces la estrella venía con las puntas de diferentes tamaños, y para Dinorah todo tiene que ser perfecto (…). Y es la campeona en estrellas”.

Si el rombo de Comandante con sus ramitas se distingue no es sólo por la precisión de este bordado, sino por la superficie exacta y colorida. “Utilizo hilo de algodón 50 mercerizado, que da ese acabado brillante” —explica—. Por supuesto que hay pocas actividades creativas menos instantáneas que el bordado: este tarda tres horas en armar a golpe de pespunte y punto de pasado, que se trabaja siempre con un mismo movimiento de derecha a izquierda con puntadas verticales. “A veces llegaban y me decían: ¡Esto es para ayer. El Comandante se va de viaje mañana!, y yo me quedaba bordando hasta la madrugada”.

En 1986, la bordadora se jubiló, pero siguió en la casa hilando los grados de Fidel, y luego los de Raúl Castro. Raquel apunta otro dato: los bordados de Dinorah han ido hasta el cosmos. “Sí, bordó toda la ropa de Arnaldo Tamayo (el primer cubano que voló al espacio, el 18 de septiembre de 1980, en la Soyuz 38). Esas banderitas cubanas que vimos en la televisión eran de Dinorah”.

Dinorah vio a Fidel frente a frente solo en una ocasión. Ocurrió en 1994, cuando se le entregó un diploma a los empleados de Palacio que llevaban más de 30 años de trabajo junto al Comandante. “El me dio el diploma, tengo la foto”, sonríe. “Una vez me enfermé y no pude trabajar los grados. Pensé: ‘ni sabe quién yo soy, no importa, otra compañera lo hará por mí’. Una persona me contó que había entrado a una reunión, y oyó cuando él dijo: ‘Esto no me lo bordó Dinorah’. ¡Qué lindo! Él sí lo sabía, él sabe quién es Dinorah, la bordadora”.

H/T Cubadebate.