En 1971, los turnos para la venta anual de juguetes se repartieron por teléfono. Cuentan que en La Habana fueron tantas las llamadas para adquirir un turno que las líneas telefónicas colapsaron. Los llamados «coleros» se dedicaban a llamar por teléfono para conseguir turnos para luego vender. Contra ellos, el gobierno lanzó la campaña «¿Quién mató a ‘Billy’ el colero?». En el reconocimiento a los trabajadores que participaron de esa venta de juguetes, el tal Billy, de aspecto medio chulampín y vestido con ropa que parece extranjera, como su nombre, cuelga ajusticiado del cable de un teléfono alcancía.