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Etiqueta de las confecciones Fin de Siglo, tienda nacionalizada. Tempranos años sesenta. Regalo de Mirta Suquet. Colección Cuba Material.

Cuando hace pocos años llevé a mi hija a visitar el Museo de Artes Decorativas de La Habana, antigua mansión de la condesa de Revilla de Camargo, la guía que nos mostró el museo (gracias a la gestión personal de su abuela paterna) criticó en algún momento de su memorizada exposición a la condesa porque, antes de abandonar el país en 1959 debido a los cambios políticos que tenían lugar, había escondido en el sótano de su mansión parte de sus joyas y objetos de valor para protegerlos del pillaje que temía se desatara. Acto seguido, nos contó aquella guía con placer cómo, gracias a la suspicacia de uno de los agentes del gobierno que intervino el inmueble, los tesoros de la condesa eran ahora exhibidos en el museo, cuya colección habían pasado a engrosar.

Antonio José Ponte me envía la entrevista que la revista Vanity Fair le hizo al modisto Hubert de Givenchi, entre cuyas clientes se encontraba la condesa de Revilla de Camargo. Aparece en ella caracterizada como una aristócrata excéntrica y avara, que se hacía acompañar en sus visitas al atelier del famoso diseñador por una empleada que cargaba en dos bolsas sus joyas personales. Mas no se trata de la misma condesa que escondiera sus joyas antes de salir huyendo de las turbas revolucionarias, sino de su tía.