Entradas

Camisa safari Ultra. Finales de los años setenta o principios de los ochenta. Colección Cuba Material.

Como las guayaberas, la camisa safari tiene cuatro bolsillos, pero carece de alforzas y está confeccionada con un tejido mucho más grueso, de polyester. Se ha dicho que fue Celia Sánchez quien encargó esta prenda, dando instrucciones de que se combinara el estilo de las guayaberas con el del traje formal. También se ha dicho que Sánchez la presentó ante el Buró Político, en una pasarela sorpresa. Allí estaba el Ministro de Relaciones Exteriores Raúl Roa, a quien se cuenta que le gustó el diseño y se dispuso a usar las camisas safaris. No sé cuándo ocurrieron estos hechos, pero el Buró Político se creó en 1975 Celia Sánchez murió en 1980, por lo que tiene por fuerza que haber sido durante la segunda mitad de los setentas.

Se dice también que Celia Sánchez encargó una prenda similar, inspirada igualmente en la guayabera, que se llamó guayahabana.

Celia Sánchez y Fidel Castro
Celia Sánchez y Fidel Castro

Celia Sánchez y Fidel Castro en uniforme verdeolivo. Imagen tomada de internet.

Cuando Celia Sánchez, la ayudante personal de Fidel Castro en la Sierra Maestra, llegó a La Habana tras tras el triunfo revolucionario, se fue de compras a El Encanto. Adquirió cuatro vestidos, uno de ellos de seda azul marino con lunares blancos, y varios pares de zapatos de tacón y puntera, pensando al parecer en que quizás llegara a convertirse en la Primera Dama, cuenta su biógrafa. La Habana, explica esta, esperaba a una guerrillera veterana. Sánchez se presentó, en cambio, como una dama fina y elegante. Así también la conoció, en un cóctel, el escritor Miguel Barnet, quien confesó luego que quedó impresionado con la elegancia de la guerrillera.

Una foto de Raúl Corrales tomada en Abril de 1959 en Nueva York muestra a Celia Sánchez al teléfono, vestida con un traje entallado y adornada con un llamativo collar. Días antes se la había visto en la recepción ofrecida por la embajada cubana luciendo un vestido de gala y un peinado con tocado, junto a un elegante Fidel Castro en traje civil. Sin embargo, en las demás fotos del recorrido de la delegación cubana en Estados Unidos Castro y Sánchez aparecen vestidos con el uniforme verde olivo que desde entonces los identificaría. Nunca más se le vio usar los vestidos de El Encanto salvo, quizás, en una rara fotografía que Korda le hiciera en la sala de su casa, la cual se archiva en los fondos de la Universidad de Duke.

Cincuenta y siete años después, cuando el primer jefe de estado norteamericano que visita La Habana en la era post-revolucionaria aterrizó en la isla, la Primera Dama de los Estados Unidos saludó a los cubanos desde la puerta del Air Force One vestida por la venezolana Carolina Herrera. Durante ninguna de sus apariciones públicas en Cuba, en las que exhibió otros tres modelos diferentes, se vio a Michelle Obama con un traje diseñado por un cubano-americano. Su ajuar, por demás, no mostró lujo ni elegancia.

Los medios de comunicación de casi todo el hemisferio llevaban días tratando de adivinar quiénes serían los modistos elegidos por la Primera Dama durante su histórica visita a Cuba, pues se conoce su costumbre de agasajar a anfitriones y huéspedes extranjeros con trajes diseñados por ciudadanos norteamericanos nacidos en el país anfitrión. Resultaba entonces lógico pensar que Mrs. Obama desplegaría su diplomacia de la moda en Cuba, teniendo en cuenta, además, la inclinación de la Primera Dama por los diseñadores cubano-americanos —Isabel Toledo diseñó su vestido para la toma de posesión presidencial en el año 2008—.

Es curioso que los Obamas hayan dejado pasar la ocasión de ofrecer otro simbólico guiño a la comunidad cubana en el exilio, a la que el presidente de Estados Unidos dedicó, sin embargo, los minutos finales de su brillante discurso en el Gran Teatro de La Habana, en los que dijo que gracias a dicha comunidad pudo llevarse a buen término la apertura diplomática hacia Cuba impulsada por su administración. Bien hubiera podido Michelle Obama mostrarse en Cuba vistiendo un traje diseñado por algún modisto cubano del exilio.

h/t Odette Casamayor