Se anunciaba con La polonesa y, en cuanto la escuchábamos, corríamos a pedirle a nuestros padres dinero para comprar paleticas de helado. Las vendían envueltas en un sobre de papel blanco y fino. También vendían helado en cajas rectangulares de tamaño familiar, siempre en combinación dos sabores, y en pintas y galones de cartón. Ya a finales de los ochentas, se oía poco su música.