George Gautier: Voltus V y las primeras clases de capitalismo y mercado

Tigre de peluche

Tigre de peluche. años ochentas. Foto cortesía de Claudia Cruz Barigelli.

George Gautier: Voltus V y las primeras clases de capitalismo y mercado:

No se cuantas veces, quizá mas de 50 o 60 vi repetidas tandas del anime japonés VoltusV. Con un peso, si entrabas temprano, podías ver la película cada vez que quisieras hasta que cerraran el cine ese día. Después, hambriento y acelerado por la ilusión del mundo de fantasías tecnológicas del imaginarium nipón, cruzábamos a la pizzería de 23 y 12 llamada Cinecittá a engullir deliciosas pizzas de 1.20, en un sitio que no podía tener mejor nombre, porque llegábamos ahí siempre con la ilusión del mundo cinematográfico desde donde hubiéramos estado antes.

A golpes limpios hacíamos la cola después de ver películas de Bruce Lee, o a tiros después de ver películas del oeste italiano con Trinitty y Bud Spencer. Volábamos en las naves de la guerra de las galaxias o nos abatíamos en feroces combates de espadas láser donde fingíamos ver volar nuestros miembros por el aire a cada corte de la luz imaginario. Pero lo de VoltusV fue apoteósico.

Penosamente lo que nos proyectaron en los cines no fue mas nada que unos cuantos capítulos editados de una serie con un guión mucho mas profundo y complejo que lo que nos dejaron ver. Aun así, era una historia grandiosa. Heroica, de hermandad, lealtad, perseverancia y valentía. Y la creatividad de la tecnología ficticia japonesa que aun hoy deslumbra a los mas jóvenes.

Claro, no había mercadotecnia. Al unísono en muchas escuelas se les ocurrió a los niños conseguir fotogramas de la película. Se le llamaban «Fotico e voltuV» Esa experiencia no era nueva. Nos escapábamos muy seguido de clases para ir a revisar al basurero del ICAIC por 25 y 10 en el Vedado. Ahí recogíamos los fotogramas de muchas películas de la época, ya fuera porque tiraban rollos enteros o los retazos de las ediciones manuales de los laboratorios de fotografía. Estos fotogramas se intercambiaban entre los niños, que mirándolos a trasluz comprobaban la calidad del tesoro. Estos fotogramas se podían montar en diapositivas para los curiosos o pegarlos directamente en el hierro de un proyector ruso de diapositivas para proyectarlos sobre una cartulina en la pared y dibujar sobre ella, haciendo unas reproducciones casi perfectas de actores y escenas que eran vendidos a peso y a veces hasta 1.50 en las aulas según la calidad de la hoja, si era cartulina blanca o cartulina marrón de file.

Yo mismo hacía excelentes dibujos calcados de estas proyecciones de fotogramas de las películas de karate, westerns y animados, los que fueran. A los coleccionistas les encantaba y además daba mis toques propios de claros oscuros que había oído decir por ahí y mis puntos de fuga, que también había oído decir por ahí… Pero Voltus tenía buenísima salida. Nos pagábamos la merienda y el almuerzo con esto. La competencia era sana y acordada. Mismo precio, distintos fotogramas hasta que un día arreció el mercado. Se apareció en la puerta de la escuela un señor mayor de apellido Carvajal que vendía fotos… ¡Fotos! de la película de VoltusV. Aunque estas eran mas caras, como 3 pesos, nuestro producto no se sostenía y ahí tuvimos una primera lección de mercado.

Lección comercial Nº 1: Tu producto no tardará en ser copiado y mejorado por compañías rivales.

Alguno que otro se aventuró a apedrear al señor, pero la mayoría decidimos que teníamos que adaptarnos, así que convencimos al señor que queríamos comprarle bastante fotos para poder ir a su casa y ver como lo hacía. Cuando fuimos, los integrantes de nuestra corporación de foticos de VoltuV vimos impávidos como el señor nos mostró amablemente el proceso. No tenía maldad comercial o sabía que era demasiado complicado para nosotros. Nos enseñó como positivar uno de los fotogramas en una ampliadora y después un montón de procesos químicos para imprimir la imagen en papel fotográfico común. Era demasiado complicado y costoso para nosotros. Ni de broma nuestras madres nos iban a dejar manipular nitrato de plata o como se llamase lo que usaba y mucho menos tener una habitación en nuestros magros hogares con iluminación controlada para estos menesteres. Alguno que otro arengó a comprarse la maldita ampliadora pero el resto del consejo de comerciales no lo vio factible, así que muchos de nosotros tuvimos que regresar al viejo negocio de pasar por encima de los juegos de bolas con agujeros en las suelas para, con un hábil movimiento de los dedos de los pies ir recolectando bolas que después venderíamos en 20 centavos a sus mismos dueños al día siguiente. Excepto los tiritos y cuatripaletas que esos, al no ser genéricos, podían ser reconocidos por cualquiera, pero bueno, había un procedimiento establecido para este negocio que no había fallado nunca, ni había encontrado competencia y mucho menos tan cruel como las que nos había hecho el señor Carvajal con toda su parafernalia química y técnica que nos dejó en la cuneta de la mercadotecnia cinematográfica.

Pero había uno del grupo que no se dio por vencido y buscó y buscó hasta que arreglamos con alguien del laboratorio del ICAIC que nos diera trozos de películas bastante largos y en una tienda de fotos pegábamos fotogramas hasta conseguir hacer una buena parte de la película en un rollo de diapositiva estándar para los proyectores rusos.

El estreno trascendió las fronteras del fanguito y comenzamos a vender en las ligas mayores, película de VoltusV en diapositiva con los subtítulos pegados y todo, a la astronómica cifra de 10 pesos. Cogíamos los botecitos o pomitos de las películas de diapositivas rusas y con alcohol le borrábamos el ruso titulo. Ahora el producto tenía una presentación impecable.  El negocio de las fotos fue abajo ya que en estas composiciones de diapositivas eran coleccionables auténticos de la película original, aunque la mayoría de las versiones proyectadas fueron dobladas al español en algunas se veían hasta los diálogos en los fotogramas. A 5 pesos comprábamos el rollo del extracto de la película ya editado y a 10 se vendía como por arte de magia. En aquel tiempo superó las ventas de las películas en diapositivas de Elpidio Valdés y los intercambios por todas las películas rusas. Es señor Carvajal dejó de vender sus fotos directamente.

Lección comercial Nº 2 – Consigue un buen proveedor de primera mano con la máxima calidad de producto que supere lo que está en venta.

Poco después nuestro proveedor falló. Se asustó un poco de estar cogiendo los caros rollos de 35 mm para imprimir este tipo de cosas infantiles y ya se dio por terminado la temporada de venta de foticos de VoltusV. El señor Carvajal comenzó a vender fotos del Bolo Jeun y Chuck Norris y también inició la temporada de fotos de Rambo y un personaje de Arnold el impronunciable que se cargaba a todo el mundo con su espada y sus esteroides. Nosotros volvimos al negocio de las bolas hasta que uno del grupo se le ocurrió que si las aspiraba con una cerbatana la producción de bolas robadas para reventa posterior iría en un aumento exponencial ligada a la necesidad del mercado, pero junto a las bolas aspiró varias libras de tierra en el primer día del experimento y fue hospitalizado grave por broncoaspiración sólida, de la cual tardó bastante para curarse, lo cual nos dejó una tercera ley comercial importante.

Lección comercial Nº 3 – Estudia a fondo la tecnología de todos los procesos ligados a tu producción antes de anunciar un producto, para evitar paradas improductivas y lo que es mas peligroso, la completa destrucción de los medios de producción y personal a cargo. Si no se está seguro de la introducción de nuevos cambios ¡¡No los hagas!! la casualidad nunca estuvo ligada positivamente a la innovación.

Y ahora en el 2016 un amigo me manda un link de Ebay donde venden a VoltusV que se desarma en las navecitas y todo. ¡¡Me caguen todo lo que se mueva!!! ¡¡Todos los rencores empresariales han salido a flote!! ¡¡Maldición mil veces!! ¡¡Como nunca pudimos tener este VoltusV original ¡¡Que impotencia!!

Necesitaría una máquina del tiempo para ir con este Voltus en las manos y decirle al señor Carvajal ¡¡Donde está tu dios ahora maldito!! ¡¡Donde está!! Pero el señor Carvajal no debe existir ya. Era bastante viejo en los 80s. Maldición mil veces, compraré un muñeco de estos y lo llevaré a mi tumba y en el mas allá se lo llevaré al señor Carvajal donde quiera que se encuentre y le gritaré esto:

¡¡DONDE ESTÁ TU DIOS AHORA SEÑOR CARVAJAL, DONDE ESTÁ!!!

4 comentarios
  1. Teresa Dovalpage
    Teresa Dovalpage Dice:

    Qué artículo tan interesante, con lecciones de mercadotecnia a la cubana y todo. ¡Mil gracias por compartirlo! Buscaré más informatión sobre el autor. Asumo que es cubano, aunque tiene un nombre puritito francés. Saludos desde Taos. Teresa

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  2. Daliatys
    Daliatys Dice:

    Yo tuve un conejo amarillo como el de la foto. Le di tremenda perreta a mi mama para que me lo comprara. Que alegria me ha dado verlo nuevamente!!

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