Cultura material del socialismo cubano: 1961-1989.

Teléfono de disco TA-68
Teléfono de disco TA-68

Teléfono de disco TA-68, fabricado en la URSS. 1978. Colección Cuba Material.

En 1958 en Cuba había un teléfono por cada 28 habitantes. En 1960, cuando el gobierno nacionalizó la Cuban Telephone Company (CTC), existían 2,17 aparatos telefónicos por cada cien habitantes, lo que ubicaba a Cuba en el cuarto lugar del ranking latinoamericano y el 46vo. en el raking mundial en cuanto a esta tecnología. Desde entonces, en muchos hogares coexistieron los sobrios teléfonos norteamericanos que había instalado la CTC, por lo general de color negro, con los modernos y livianos teléfonos fabricados en la URSS, generalmente de color rojo.

Enel comedor de casa de mis abuelos había un teléfono Kellogg de fabricación estadounidense, muy pesado. El disco de marcación tenía números y letras, pues antiguamente los números telefónicos locales se escribían con una letra inicial seguida por una corta serie numérica. En la consulta de mi abuelo, en el otro extremo de la casa, había en cambio un moderno y liviano teléfono rojo, de fabricación soviética. El manual del usuario (escrito en ruso con apenas el nombre en ingles y francés) dice que se trataba del modelo TA-68, fabricado en 1978.

En el libro Designed in the USSR 1950-1989 descubro que existía un modelo similar al teléfono rojo de mis abuelos, un poco más ancho, diseñado especialmente para el Kremlin. STA-2 era el modelo, y tenía el disco de marcado adornado con el escudo de la URSS. Este teléfono estaba protegido, además, contra escuchas y cualquier otra interferencia, gracias a un revestimiento interior a base de grafito.

Según Foresight Cuba:

La primera conversación telefónica en castellano se realiza en La Habana, en octubre de 1877 . Alexander Bell patenta el teléfono 7 meses después con los aparatos usados en La Habana en el año 1878. El primer servicio telefónico fue inaugurado en la Habana el 6 de marzo de 1882. En el 1899 había 1500 teléfonos en La Habana. El 18 de julio de 1909, (Durante La Segunda Ocupación Norteamericana) se le concedieron los derechos de explotación a la Cuban Telephone Company, la cual instaló una central automática por primera vez en la historia. En este año había ya 4077 teléfonos instalados. Muchos de ellos servían como medio de comunicación entre los centrales azucareros.

En 1994, cuando la compañía estatal de teléfonos de Cuba se convirtió en ETECSA, tras asociarse con una empresa de telecomunicaciones italiana, regresaron a Cuba los modelos Kellogg, esta vez de la serie 500. Para entonces, el resto del mundo había evolucionado a la tecnología digital. ETECSA logró aumentar diez veces la cantidad de teléfonos fijos en la isla, dice hicuba.com.

Teléfono de disco TA-68

Teléfono de disco TA-68, fabricado en la URSS. Manual del usuario. 1978. Colección Cuba Material.

Recibo de compra en la cadena de tiendas conocidas como "casas del oro y la plata".
Recibo de compra en la cadena de tiendas conocidas como "casas del oro y la plata".

Recibo de compra en la cadena de tiendas conocidas como «casas del oro y la plata». 1988. Colección Cuba Material.

Cubaencuentro: La gran estafa del oro y la plata:

Cuando en marzo de 2005 comenzaron a distribuir las ollas arroceras en algunos lugares del interior de la Isla, salió por el noticiero una señora anónima que, después de dar gracias al Comandante por su regalo, dijo: “Esto no se ve en ningún lugar del mundo.” Tenía, qué duda cabe, razón esa ingenua mujer que posiblemente no había estado nunca ni siquiera en La Habana: cosas así no se ven en otro lugar, salvo en los libros que recogen las asombrosas historias de otros caballeros “biencomúnhechores” como Stalin, Mao y Kim Il Sung, señores absolutos de países donde el estado ha pasado de ser el legítimo monopolio de la violencia que dijera Weber a monopolio de todas las cosas, incluidas las personas.

Reveladora evidencia del poder del estado totalitario en la Cuba de Castro fue otra de esas cosas que ciertamente no se ven en ningún otro lugar del mundo: aquella estafa gigantesca que se conoció popularmente como “la Casa del Oro y la Plata”. Quienes vivieron en la Isla a fines de los ochenta seguramente lo recordarán: el estado “compraba” objetos valiosos –joyas de oro, plata y bronce, copas de bacarat, piezas de mármol, lámparas antiguas– en una moneda creada ad hoc con la que podían adquirirse, en tiendas especiales habilitadas para la ocasión, ropa, comida y electrodomésticos que brillaban por su ausencia en las tiendas ordinarias.

Como es de rigor en un auténtico monopolio, los precios de estas mercancías eran mucho mayores que los que alcanzaban más allá de la durísima “cortina de hierro” que ha sido el mar para nosotros, así como era menos lo que el estado ofrecía a cambio de los objetos de valor. No era aquella, en rigor, una operación de compra y venta según las reglas de un libre mercado, sino una suerte de regreso a las prácticas feudales usadas en tiempos de la República por algunos propietarios de centrales que pagaban a los trabajadores con bonos que únicamente servían para comprar en sus propias tiendas. Solo que ahora el señor no era el gran terrateniente, a menudo extranjero y absentista, sino el estado socialista, y los siervos todos los ciudadanos del país.

Fue con semejante “transacción” que el estado socialista completó el despojo de la burguesía cubana iniciado en los primeros años de la Revolución. Si con la Ofensiva Revolucionaria de 1968 las nacionalizaciones habían alcanzando a los pequeños comercios, ahora, dos décadas después, se llegaba hasta el interior de las casas y las alcobas, ya no con la violencia de la expropiación forzosa sino mediante un recurso al individualismo consumista que tan satanizado había sido en los años de radicalismo comunista. Al abrir aquella abusiva posibilidad de acceso a un mundo que hasta entonces solo se dejaba entrever en las maletas llenas de “pacotilla” de los visitantes de la “comunidad”, en las de los marineros que podían comprar en los puertos de países capitalistas o a través del cristal oscuro de alguna “diplotienda” reservada a los privilegiados de la nomenklatura, el estado consiguió apoderarse de muebles y objetos personales que habían sobrevivido a las sucesivas nacionalizaciones socialistas del patrimonio burgués.

Era tanta la tentación y la necesidad que, en la disyuntiva entre el reloj de oro de la abuela, el propio anillo de bodas o la lámpara que siempre estuvo en la sala de la casa, por un lado, y por el otro un televisor en colores, un pantalón nevado o un short reversible, muchos no dudaron en optar por las mercancías, aun a sabiendas de que sus pertenencias valían más de lo que el estado pagaba por ellas. Y no faltaron quienes se entregaron a una suerte de “fiebre del oro” que no buscaba ya, como la histórica de los conquistadores españoles, en los territorios vírgenes del Nuevo Mundo, sino dentro de las antiguas máquinas de coser Singer -que contenían, según se decía, cierta pieza de metal valioso-, y, utilizando detectores del precioso elemento, bajo los suelos de lugares donde se sospechaba pudiera haber algo escondido.

Una cosa está clara, más allá de la anécdota: la Casa del Oro y la Plata marcó el triunfo definitivo de la moda y la frivolidad sobre la austeridad y la uniformidad socialista. Como es de esperar en un contexto tan provinciano como el de toda dictadura comunista, proliferó entonces el mal gusto y la ostentación hortera dentro y fuera de las casas. El entorno urbano se llenó de jeans nevados y prelavados mientas las sesiones fotográficas de las celebraciones de quince tuvieron su gran espaldarazo. Convertidos de la noche a la mañana en “nuevos ricos”, muchos de los afortunados que poseían abundancia de oro y plata para vender compraron unas lámparas ornamentales cuyos fláccidos filamentos, una vez conectado el equipo a la corriente, se estiraban, encendían y coloreaban mientras se oía una musiquita cursilona y el brillante penacho giraba. No era raro encontrar aquellos artefactos, símbolos de un status recién adquirido, en la sala de alguna casona antigua y despintada, cerca de un ventilador Órbita y de un viejo “frigidaire”.

La entrada de aquellos productos “capitalistas” en un entorno doméstico donde los objetos procedentes del campo socialista convivían con los de antes de la revolución conformó ese curioso “estilo sin estilo” que caracteriza los interiores de las casas cubanas de los últimos años, en los que la pintoresca confluencia de objetos de diferentes épocas y orígenes, fotografiada en no pocos de los catálogos sobre La Habana que se publican en Europa, produce a menudo un gracioso efecto surrealista o barroco que en ningún caso deberíamos estetizar, pues esa “simultaneidad de lo no simultáneo” no es sino otra evidencia del lamentable subdesarrollo en que nos ha hundido la dictadura de Castro.

Aun otra reflexión cabe hacer a propósito de aquella controlada implementación estatal del consumismo después de tantos años de forzosa austeridad y racionamientos sin cuento. Si, como señala Agnes Heller, el capitalismo no existe más que en el discurso oficial de los países comunistas que lo maldice con la constancia de un ritual, ese aspecto conceptual persistía de alguna forma en la súbita concreción de la Casa del Oro y la Plata. Algo de simbólico o de abstracto poseían las baratijas en aquella Habana posterior a la llegada del Sputnik y anterior a la caída del muro de Berlín: no se compraba sólo unos zapatos de marca o un televisor en color no soviético, sino también un pedazo de un mundo que, más allá del desahogo inmediato de las muchas estrecheces, aparecía investido de los valores de lo lejano y lo prodigioso.

Muy a contrapelo de la doctrina y de la propaganda, de la escuela y los discursos, el sistema que prometiendo el reino de la libertad no había hecho más que engrosar el de la necesidad hacía evidentes las bondades de la sociedad de consumo, confiriéndole un aura que esta ya no tiene allí donde forma parte natural del paisaje urbano. Se daba así el hecho insólito de que el mundo de las mercancías equiparara o aventajara en aura al mismísimo oro: no solo al metal preciso en sí mismo sino incluso a prendas que poseían además un valor sentimental o familiar. Extravagancia producida, evidentemente, por la artificialidad que significa la supresión del mercado en la sociedad totalitaria.

Claro que valía la pena vender las reliquias familiares, desplazarse hasta La Habana si uno vivía en provincia, ir a Miramar para hacer aquella cola kilométrica en la que, según un chiste del momento, se habían encontrado Mariana Grajales y José Martí, deseosos de tasar el Titán de Bronce y la Edad de Oro, respectivamente. Y hacerla otra vez y aun una tercera en busca de una mejor oferta. Como valía la pena hacer las otras colas larguísimas en Maisí o Tercera y Cero, y dejar fuera los bolsos y los abrigos, mostrarle al vigilante de la entrada aquellos billetes de extraños colores, y, antes de gastarlos todos, quedarse con uno para poder seguir entrando a la tienda aunque sólo fuera para mirar.

Justo en esa transformación de los fungibles en mirabilia que refleja aquel recurso al que no pocos acudieron, consiste la restauración del aura de la que hablo. Aquí se produce, quizás, la última peripecia en la contribución de la Revolución Cubana al realismo mágico: como José Arcadio Buendía no olvida, en la gran novela de García Márquez, el día en que su padre lo llevó a conocer el hielo, muchos niños cubanos podemos recordar el día que de la mano de nuestros mayores entramos a aquellas tiendas maravillosas. Yo recuerdo perfectamente mi rito de pasaje al otro mundo encantado, que culminó con un saldo escaso pero memorable: un prelavado y dos pull-overs, uno de marca Ocean Atlantic y otro que decía El Colony, más unos zapatos de “pega-pega”, también de marca Ocean Atlantic.

Vasija de cerámica
Vasija de cerámica

Vasija de cerámica. Colección Cuba Material.

De la presencia aborigen en el archipiélago cubano los cubanos modernos heredamos, además de otros objetos, vocablos y prácticas, algo de alfarería. Durante los años sesenta, setenta y ochenta, el gobierno de la isla promovió la producción y comercialización (para consumo interno y para exportación) de objetos decorativos inspirados en dicha tradición que dieron visibilidad a su discurso nacionalista (y latinoamericanista) de legitimación.

La vasija de abajo la compró mi mamá en un taller de cerámica en el que fuera aristocrático barrio de Siboney, anteriormente Biltmore. El nuevo gobierno no solo habría rebautizado el vecindario con un topónimo de raíz indígena (los siboneyes eran una de las tribus que, se cree, los colonizadores españoles encontraron en Cuba a su llegada), también se habría encargado de proletarianizarlo (hasta cierto punto), convirtiendo algunas de las antiguas mansiones palaciegas en centros de trabajo, entre ellos un taller de alfarería.

Vasija de cerámica

Vasija de cerámica. Colección Cuba Material.

Vasija de cerámica

Vasija de cerámica. Colección Cuba Material.

Con la colonización española, la cerámica indígena sería desplazada por la peninsular, mucho más elaborada. Según José Luis Vega («¿Alfarería autóctona?», en Opus (1998):56), esta última cedería, para mediados del siglo xvii, a la influencia de la cerámica mexicana, que un siglo después sucumbiría ante la popularidad de la cerámica inglesa.

Pipa de madera
Pipa de madera

Pipa de madera vendida en Cuba a finales de los ochentas. Colección Cuba Material.

Según mis padres, fue a finales de los años ochenta, o quizás durante el cambio de década, cuando compraron esta pipa. Solo consiguen precisar, él, que «fue en La Habana cuando había escasez de cigarrillos», época que ubica «algunos años antes» de que se fuera del país en 1992, y ella, desde Cuba, que fue «en la tienda porque entonces no había tiendas especiales para tabaco y ron como ahora», para a continuación pedirme que le lleve una lámpara recargable porque, agrega, «parece que este año va a haber tormentas».

Disco «Intercosmos» (carátula). 1980. EGREM. Regalo de Sergio Valdés García. Colección Cuba Material.

El 18 de septiembre de 1980, despegó del cosmódromo de Baikonur, en la entonces Unión Soviética, hoy Kazajistán, el cohete Soyuz 38. Se dirigía al complejo orbital Saliut 6 y llevaba a bordo al teniente coronel, piloto de la fuerza aérea cubana Arnaldo Tamayo Méndez y al astronauta soviético Yuri Romanenko, capitán de la nave. Ayer, 7 de junio de 2018, despegó de ese mismo cosmódromo el cohete Soyuz MS-09. Lleva a bordo a los miembros de la expedición número 56-57: la astronauta de la NASA Serena Auñón-Chancellor; Alexander Gerst, astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA), y Sergey Prokopyev, del programa Roscosmos. Se dirigen a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés), a donde llegarán mañana viernes.

La estadounidense Auñón-Chancellor es de origen cubano. Su padre, nacido en Cuba, emigró a Estados Unidos en 1960, lo que convierte a esta cubanoamericana en el segundo astronauta de origen cubano en viajar al espacio. El programa «Levántate Cuba», de Televisión Martí, la entrevistó a inicios de esta semana, poco antes del despegue de la Soyuz MS-09. En la entrevista, concedida en inglés y doblada al español, Auñón-Chancellor explica, respondiendo a una pregunta de la presentadora Maite Luna sobre cuál era su comida favorita, que «mi familia me ha preparado platos cubanos como los que comemos en las fiestas». Eso, al menos, es lo que se escucha en off en español, seguido de una breve pausa en donde escuchamos a la astronauta decir, en inglés, «including frijoles negros», que la voz en off en español traduce como «así que llevo frijoles negros». La noticia, publicada en la página web de Martí Noticias, traduce:

«Mi familia me ha preparado platos cubanos (…) llevo frijoles negros», dijo riendo.

Es muy probable que Auñón-Chancellor no lleve frijoles negros al espacio y que, en realidad, solo se estuviera refiriendo a los platos cubanos que suele comer con su familia, que es justamente lo que Maité Luna le había preguntado. Sin embargo, la noticia de que una astronauta cubanoamericana llevaría frijoles negros al espacio, que puede leerse solamente en las páginas de Televisión Martí y Martí Noticias, ha sido aplaudida por los cubanos en las redes sociales.

También, casi cuatro décadas atrás, el disco “Intercosmos” producido por los Estudios de Grabaciones EGREM con dirección y producción musical de Vicente Rojas Salermo y Reynaldo Fernández Pavón, instrumentales de Vicente Rojas (“Hermanos en la hazaña”, tema del documental homónimo) y Juan Pablo Torres (“Andromedason”) –este último interpretado por el Grupo Algo Nuevo– y canciones de Silvio Rodríguez (“En el jardín de la noche”), Juan Formell para Los Van Van (“Vuela la amistad”), Oscar Domenech para el Cuarteto Yo, Tú, Él y Ella (“Brilla mucho más”) y Las D’Aida (“En el espacio sideral”), José López López para Los Latinos (“Camino al porvenir”), Osvaldo Rodríguez para los 5 u 4 (“El hombre que anda”) y Aldo Baqueros para Los hermanos Bravo (“Un saludo desde el cosmos”) llevó, aunque solo figurativamente, algunos elementos de la gastronomía cubana al espacio.

Este disco de carátula de doble tapa que presenta el vuelo de la Soyuz 38 como un “nuevo triunfo de las ideas del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario” incluye las siguientes letras:

“En el jardín de la noche”

Por Silvio Rodríguez

En el jardín de la noche hay una rosa, luminosa,
que me mira fijamente a los ojos,
parpadea y me quiere decir cosas,
tantas cosas que no sé, que no sé.

Y es cuando alargo los brazos
para llevarle mis manos tan abiertas
que casi me siento llegar con el pie.

Pero yo, quiero ser de noche el dueño
de los ojos, de la altura,
y he de fundir la montura para galopar mi sueño.

Volaré, tengo que domar el fuego
para cabalgar seguro en la bestia de futuro
que me lleve a donde quiero.

En el jardín de la noche hay una rosa, luminosa,
que me mira fijamente a los ojos,
parpadea y me quiere decir cosas,
tantas cosas que no sé, que no sé.

Y es cuando alargo los brazos
para llevarle mis manos tan abiertas
que casi me siento llegar…

Volaré, volaré al jardín del cielo,
en un pájaro violento, en un corredor del viento,
en un caballo de fuego.

Volaré, quiero ser de noche el dueño
de los ojos de la altura, y he de fundir la montura
para galopar mi sueño.

***

“Vuela la Amistad” 
Por Van Van

La amistad, como (¿?) se echó a volar
con las alas de la libertad.
La hermandad de los pueblos conquista el cielo
y crece, crece sin parar.
Crece sin parar.
La hermandad de los pueblos conquista el cielo
y crece, crece sin parar.

Vuela la amistad.
Soviéticos y cubanos unidos al cosmos van.
Vuela la amistad.
Vuela Cuba, vuela Vietnam. Son principios de hermandad.
Vuela la amistad.
La bandera de mi Cuba soberana en el cosmos está.
Vuela la amistad.
La hermandad de los pueblos conquista el cielo y crece sin parar.
Vuela la amistad.
(Bis).

***

“Brilla mucho más” 
Por Cuarteto Yo, Tú, Él y Ella

La que llevaron a caballo los mambises,
la que cumplió el camino de la libertad,
la de las franjas y la estrella solitaria,
esa es mi bandera, y en el cosmos está.

En el cosmos está, por el cosmos va.
Desde las alturas brilla mucho más.
En el cosmos está, por el cosmos va.
Desde las alturas brilla mucho más.

La de la marcha del pueblo combatiente.
Simboliza el valor, la dignidad.
La que, hermanada con la insignia de otros pueblos,
ha defendido la justicia y la igualdad.

En el cosmos está, por el cosmos va.
Desde las alturas brilla mucho más.
En el cosmos está, por el cosmos va.
Desde las alturas brilla mucho más.

La que se honra en volar junto a mi enseña,
la de la patria de Gagarin, que nos da
todo su amor y su calor, todo su ejemplo
en la lucha por el progreso y la paz.

En el cosmos está, por el cosmos va.
Desde las alturas brilla mucho más.
En el cosmos está, por el cosmos va.
Desde las alturas brilla mucho más.
(Bis).

***

“Camino al porvenir” 
Por Los Latinos

Internacionalistas somos, compartimos como hermanos
en nave espacial, al cosmos, soviéticos y cubanos.
Regocijo y emoción sentimos todos por eso,
por nuestra revolución, vamos camino al progreso.
Mantendremos la amistad soviéticos y cubanos
y la solidaridad de nuestros pueblos hermanos.
Mantendremos la amistad soviéticos y cubanos.
Camino al progreso, soviéticos y cubanos.
Internacionalistas somos, al mundo lo demostramos.
Camino al progreso, soviéticos y cubanos.
Y vamos todos los pueblos que luchamos por la paz
camino al progreso, soviéticos y cubanos.
Qué regocijo y emoción sentimos por todo eso.
Camino al progreso, soviéticos y cubanos.
En nave espacial al cosmos, soviéticos y cubanos.
Camino al progreso, soviéticos y cubanos.
Camino al progreso vamos, luchando por la igualdad.
Camino al progreso, soviéticos y cubanos.
Unidos, hacia el futuro, soviéticos y cubanos.
Camino al progreso, soviéticos y cubanos.
Que viva la libertad de los países hermanos.
Camino al progreso soviéticos y cubanos.

***

“El hombre que anda” 
Por Los 5 u 4

Trabajo es tiempo, tiempo es espacio,
ciencia es el hombre que anda despacio.
Sin la sapiencia de un buen maestro
no habría experiencia de alumno diestro.

Boris Petrov calló su voz
cuando más alta y fuerte vibró.
Cuando su vida nos enseñó
que ser hermano es igual a dos,
que no hay riqueza ni ambición mayor
comparable a sentir el amor.

Y hoy es el eco, palabra inmortal,
de lo que fue su mayor ideal.
Erguida Cuba, orgullosa, moral,
porque hay un vuelo conjunto espacial.

Boris Petrov calló su voz
cuando más alta y fuerte vibró.
Cuando su vida nos enseñó
que ser hermano es igual a dos,
que no hay riqueza ni ambición mayor
comparable a sentir el amor.

Y hoy es el eco, palabra inmortal,
de lo que fue su mayor ideal.
Erguida Cuba, orgullosa, moral,
porque hay un vuelo conjunto espacial.

***

“En el espacio sideral” 
Por Las D’Aida

En el espacio sideral se oye un sonido, y no es normal.
Es como un güiro y un timbal, es como un güiro y un timbal.
Ay, ¿qué será? Ay, ¿qué será?
Es algo nuevo, pronto lo sabrás.
Es algo nuevo, pronto lo sabrás.

En el espacio sideral hay un olor, no es peculiar.
Es a guarapo y a tamal, es a guarapo y a tamal.
Ay, ¿qué será? Ay, ¿qué será?
Es algo nuevo, pronto lo sabrás.
Es algo nuevo, pronto lo sabrás.

Por el espacio sideral vuela algo raro, ya verás.
Con boina verde va un caimán. 
Con boina verde va un caimán.
Ay, ¿qué será? Ay, ¿qué será?
Es algo nuevo, pronto lo sabrás.
Es algo nuevo, pronto lo sabrás.

En el espacio sideral hay dos objetos a observar,
La guayabera, la palma real.
La guayabera, la palma real.
Ay, ¿qué será? Ay, ¿qué será?
No me preguntes, te lo digo ya.
No me preguntes, te lo digo ya.
No me preguntes, te lo digo ya.

Patria o Muerte, Venceremos, que Cuba en el cosmos está.
Es que Cuba en el cosmos está.
Caballero, no hay problema, Cuba llegando ya está.
Es que Cuba en el cosmos está.
Todos los países del mundo por la paz y la amistad.
Es que Cuba en el cosmos está.
Patria o Muerte. 
¿Cómo?
Ahí llegó el socialismo, por la paz y la amistad.
Es que Cuba en el cosmos está.
Todos los países del mundo, con solidaridad.
Es que Cuba en el cosmos está.
Caballero, no hay problema, que Cuba llegando está.
Es que Cuba en el cosmos está.
No me pregunten, caballero, que Cuba en el cosmos está.
Es que Cuba en el cosmos está.

***

“Un saludo desde el cosmos” 
Por Los hermanos Bravo

Salimos del yugo cruel 
hace apenas una veintena; 
eliminamos las penas 
que trae el capitalismo; 
construimos el socialismo 
como lo enseñó Fidel.

Con gran esfuerzo logramos
junto a la URSS ir al cosmos,
con el (¿?) hermanos
a los pueblos saludamos.

Prueba de internacionalismo,
de igualdad y de hermandad,
de la solidaridad,
eso es el socialismo.
Por eso ahora arrollamos,
por el éxito obtenido
Encima del mundo andamos y
Junto a nuestros amigos,
Desde el cosmos saludamos
a nuestros pueblos hermanos.
(Bis).

Encima del mundo andamos
Y junto a nuestros hermanos.
Desde el cosmos saludamos.
Desde el cosmos saludamos
a nuestros pueblos hermanos.

A nuestros pueblos hermanos,
Desde el cosmos saludamos.
Desde el cosmos saludamos
a nuestros pueblos hermanos.

(Bis).

Disco "Intercosmos" (interior)

Disco «Intercosmos» (interior). 1980. EGREM. Regalo de Sergio Valdés García. Colección Cuba Material.

h/t: Agradezco a Sergio Valdés García por los materiales gráficos.

He tomado algunas ideas de este texto del ensayo «Una plantilla de zapatos y el Vuelo Espacial Conjunto Soviético-Cubano, un pequeño relato», que formará parte del catálogo de la exposición El fin del gran relato, curada por Henry Erick Hernández.

***

La entrada «Former Bomber Commander, Second European ISS Skipper and Cuban-American Flight Surgeon Prepare for June Launch to Space Station» publicada en el blog AmericaSpace, refiere que Auñón-Chancellor, en efecto, consideró llevar algo de la gastronomía cubana a la ISS, pero nada más se ha dicho con relación a eso. Lo que sí aseguró la astronauta, antes del vuelo, es que llevaría consigo el estandarte del instituto preuniversitario al que su padre asistió en La Habana:

An engineer and flight surgeon by education, Auñón-Chancellor is the daughter of Dr. Jorge Auñón, a Cuban exile who came to the United States in 1960. As a result, she will become only the second person of Cuban ancestry to fly into space, almost four decades after Arnaldo Tamayo Méndez launched aboard Soyuz 38 to the Salyut 7 orbital station in September 1980. She plans to take a banner from her father’s Havana high school, but admitted to Michael Galindo that she was “still working on” plans to get some bite-sized Cuban food to take to the ISS.

***

Buscando en internet una entrevista que Tamayo Méndez diera a su regreso a la Tierra donde, creo recordar, hablaba de los deseos que tenía de beber pru oriental (h/t: Emilio Garcia Montiel), una bebida típica del oriente de la isla (el astronauta nació en la provincia de Guantánamo), tropiezo con un prontuario de términos usados en el centro del país para referirse a la coctelería más reciente de inspiración popular, publicado en el numero 68 de la revista Signos:

Vueloconjunto. Esta palabra o expresión corresponde a una fórmula de cali- dad no recogida por norma técnica alguna. Es un producto que se prepara con proporciones variables de alcohol (preferiblemente etílico fino o clase A), mezclado con un poco de ron añejado o ron madre. Por ejemplo, la dosis exacta es: a una caneca de alcohol a 93 grados se le añade 1⁄2 caneca de ron madre y de 2 a 21⁄2 canecas de agua al gusto para un rendimiento aproximado de 11⁄2 botella del preciado Vueloconjunto. Este producto es de los más demandados en el mercado negro. Su denominación nace de un importantísimo hecho histórico para Cuba, acaecido en el 19 de septiembre de 1980: se trata del primer vuelo cósmico conjunto del soviético Yuri Romanenko y el cubano Arnaldo Tamayo, uno blanco (el soviético) y uno negro (el cubano), metáfora del alcohol incoloro con la coloración oscura de los añejos.

En lugar de ser la gastronomía o coctelería cubanas las que incursionan (metafórica o realmente) en el «espacio sideral», es el programa de la conquista del cosmos el que deja su marca en la gastronomía y coctelería cubanas. Nada más y nada menos que en un menjunje etílico que serviría, si acaso, para ayudar a olvidar.

Perchero plegable. 1980s. Colección Cuba Material. Regalo de Mirta Suquet.

De fabricación alemana o soviética, estos percheros plegables se vendieron en Cuba en los años ochenta, en las tiendas del mercado paralelo.

Perchero plegable

Perchero plegable. 1980s. Colección Cuba Material. Regalo de Mirta Suquet.

Perchero plegable

Perchero plegable. 1980s. Colección Cuba Material. Regalo de Mirta Suquet.

Cesta de picnic Perma Plastic Products
Cesta de picnic Perma Plastic Products

Cesta de picnic. Hecha en las Filipinas por Perma Plastic Products. Cortesía Mirta Suquet.

En los años ochenta, el embajador cubano en Filipinas compró esta canasta de picnic para cuando sus hijos, que vivían en Pinar del Río al cuidado de unos parientes cercanos, fueran a la escuela al campo. Este conjunto de vajilla plástica producido por la empresa filipina Perla Plastic Products, que además incluía vasos y cubiertos que no aparecen en las fotos, amenizaba los almuerzos dominicales de los hijos del embajador y de sus primos durante la visita semanal que los padres de estos últimos hacían al campamento que les había sido asignado.

Deben haber llamado mucho la atención los tíos y los primos cuando los domingos desempacaban esta cesta de picnic. De seguro pasaban un buen rato disfrutando del forzado picnic, haciendo a un lado el recuerdo de la magra ración del comedor de los albergues que los devolvería a la realidad pocas horas después.

Vajilla de picnic Perma Plastic Products

Vajilla de picnic. Hecha en las Filipinas por Perma Plastic Products. Cortesía Mirta Suquet.

Vajilla de picnic Perma Plastic Products

Vajilla de picnic. Hecha en las Filipinas por Perma Plastic Products. Cortesía Mirta Suquet.

venda de gasa
venda de gasa

Envase para venda de gasa. Hecha en Cuba por el Grupo Especial de Materiales de Curación. Colección Cuba Material.

Durante la era soviética, en las farmacias cubanas se vendía venda de gasa de fabricación cubana, comercializada por el Grupo Especial de Materiales de Curación. Los rollos de gasa de 5 x 550 centímetros costaban 15 centavos, y los de 10 x 914 centímetros, 40 centavos.

venda de gasa

Envase para venda de gasa. Hecha en Cuba. Colección Cuba Material.

Orinal
Orinal

Orinal. Hecho en Cuba. 1973-1974. Colección Cuba Material.

Los orinales infantiles que el gobierno cubano vendió durante los años setenta eran estrictamente utilitarios, carentes de todo adorno o accesorio superfluo. Un orinal rojo o verde servía, además, lo mismo para una niña que para un niño, abaratando así costos de producción y complicaciones en la distribución y comercio.

Orinal

Orinal. Hecho en Cuba. 1973-1974. Colección Cuba Material.

Lata de esmalte tapagoteras
Lata de pintura Siboney

Lata de pintura Siboney. Hecha en Cuba por la Empresa Consolidada de Pinturas. Colección Cuba Material.

En las paredes de las viviendas cubanas se puede detectar no solo el impacto del régimen político cubano actual en la cultura material, la arquitectura y la vida doméstica, sino también la propia temporalidad castrista y sus clases sociales. La pintura, ya fuera a base de agua, de acetato o de aceite, nunca estuvo al alcance de todos. Se requerían amigos, relaciones, influencias y dinero para comprar un lata de esmalte de paredes, de barniz o de pintura de aceite, pese a tratarse de productos de la industria local.

No tenía más de 16 años cuando un vecino, un año menor que yo, me regañó porque me recosté a las paredes blancas de su casa. Se ensuciarían, me dijo. Y, ciertamente, la posibilidad de cambiar el color de las habitaciones resultaba tan remota como cambiar el gobierno, por lo que ese muchacho aventajado (¿avejentado?) quería cuidar las suyas.

Lata de esmalte tapagoteras

Lata de esmalte tapagoteras. Hecho en Cuba por la Empresa Consolidada de la Química. Colección Cuba Material.

esmalte sintético Duracrom

Etiqueta de la lata de esmalte sintético Duracrom. Producido por la Empresa Consolidada de la Química. Colección Cuba Material.

Pin «III aniversario de la Revolución». 1962. Colección Cuba Material.

Este pin o broche fue producido para celebrar el tercer aniversario de la huida, el 1 de enero de 1959, del dictador Fulgencio Batista, provocada por el avance del movimiento revolucionario, que pese a su diversidad este pin resume en el rostro de Fidel Castro. No solo el rostro de este aparece en el pin como imagen de la revolución, sino también su famosa frase, pronunciada por primera vez en el entierro de las víctimas de la explosión del barco francés La Coubre, cerca de dos años después de la victoria.

Nótese que se trata, sin embargo, de una de las pocas imágenes que, a partir de 1959 en adelante, circularon de Castro vestido de civil.

Camisa safari Ultra. Finales de los años setenta o principios de los ochenta. Colección Cuba Material.

Como las guayaberas, la camisa safari tiene cuatro bolsillos, pero carece de alforzas y está confeccionada con un tejido mucho más grueso, de polyester. Se ha dicho que fue Celia Sánchez quien encargó esta prenda, dando instrucciones de que se combinara el estilo de las guayaberas con el del traje formal. También se ha dicho que Sánchez la presentó ante el Buró Político, en una pasarela sorpresa. Allí estaba el Ministro de Relaciones Exteriores Raúl Roa, a quien se cuenta que le gustó el diseño y se dispuso a usar las camisas safaris. No sé cuándo ocurrieron estos hechos, pero el Buró Político se creó en 1975 Celia Sánchez murió en 1980, por lo que tiene por fuerza que haber sido durante la segunda mitad de los setentas.

Se dice también que Celia Sánchez encargó una prenda similar, inspirada igualmente en la guayabera, que se llamó guayahabana.

Cucharas plásticas
Cucharas plásticas

Cucharas plásticas. 1970s-1980s. Colección Cuba Material.

En un mueble del comedor de mi abuela, encontré un cartucho con cucharas plásticas, posiblemente desechables.

No sé dónde ni cuándo las compró, pero no las usó nunca. Comparadas con las que se fabrican hoy en día, son de un plástico tan duro y resistente que parece un despilfarro utilizarlas una sola vez. Mi abuela nunca lo hizo, ni en los cumpleaños, ni los fines de semana cuando a su casa iban, cerca del mediodía, familiares y amigos a comer saladitos, tomar highballs y pasar el rato.

Salero de cerámica
Salero de cerámica

Salero de cerámica. Hecho en Cuba, en la Isla de la Juventud. 1980s. Colección Cuba Material.

Las cerámica cubana se fabricaba en la Isla de la Juventud, desde inodoros hasta vajillas. El color gris que, por lo general, caracteriza a estos productos se debe a la composición de la arcilla empleada en su fabricación.

El salero de la foto vendió en las tiendas minoristas y, además, se distribuyó a restaurantes y centros de gastronomía. Parece un chiste, pero no tiene más que un orificio para que salga la sal. Debe ser por eso que en casa jamás se utilizó.

En los años ochenta también se vendió un salero plástico de importación. En casa tampoco lo utilizaron. Sus orificios, pequeños, se tupían con la gruesa sal que llegaba a la bodega.

En casa de mis padres no recuerdo que usáramos salero. Y los de casa de mis abuelos siguieron siendo los de «antes».

Salero plástico

Salero plástico. 1980s. Colección Cuba Material.

Manual de usuario de las bicicletas soviéticas
Manual de usuario de las bicicletas soviéticas

Manual de usuario de las bicicletas soviéticas (en ruso). 1972. Colección Cuba Material.

En 1972, Cuba ingresó oficialmente en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), la organización de cooperación económica de los países del bloque soviético. A través de este organismo, el país obtuvo préstamos y ayudas económicas para el desarrollo. Cuba pudo importar, además, una serie de bienes de consumo que no se producían en la isla, y la tecnología para fabricar algunos de ellos. Entre estos últimos, bicicletas.

Ya en 1972 se comenzaron a vender en Cuba bicicletas soviéticas. Aquí pueden descargar el manual del usuario, en ruso.

Los soviéticos producían también bicicletas «dobles», es decir, de dos sillines, y algunas de ellas llegaron a la isla. Recuerdo haberlas visto en Varadero. En la villa Kaguama las alquilaban, solo para los huéspedes, y una vez que fuimos a visitar a unos amigos de mis padres mi hermana y yo montamos una.

Funda para documentos y carnés. Colección Cuba Material.

Cuando estudiaba la primaria, mi abuelo me llevó a plasticar mi distintivo escolar. Caminamos, rumbo al mar, por la avenida 23 hasta la esquina, creo, de 23 e I. Allí, al lado de una barbería que aún conservaba la espiral giratoria azul, blanca y roja que identifica a ese tipo de negocios, un señor mayor se dedicaba a plasticar documentos. Los ponía dentro de un nylon que desaparecía bajo una plancha rústica que, en cuestión de minutos, transformaba el papel en un plástico rígido e impermeable, de superficie corrugada y bordes romos.

Una versión de aquellos carneses plasticados, un poco más tosca, eran las fundas hechas con acetato de radiografías y bordes de tela, plástico o tape (cinta adhesiva), muy parecidas a las que se fabricaban para proteger las libretas de racionamiento o los cuadernos escolares. Muchos años después de que se retirara en los ochentas, incluso avanzado el siglo xxi, mi abuelo continuaba guardando sus carnés de salud e identidad en una de esas fundas. Por las tardes, cuando se bañaba y entalcaba, se ponía una camisa de algodón sobre una camiseta y se echaba en el bolsillo un peine, un pañuelo, un bolígrafo y la funda de los carnés.

Funda para documentos y carnés. Colección Cuba Material.

Regadera plástica
Regadera plástica

Regadera plástica. Hecha en la URSS. 1980s. Colección Cuba Material.

Cuando visitaba a mis abuelos, a veces les ayudaba a regar las plantas con esta regadera.  Me la deben haber comprado mis padres en el sorteo anual de juguetes. El agua salía por un plato en forma de girasol, de color amarillo que hace años se extravió (o se utilizó para otra cosa).

Mis abuelos tenían su propia regadera, mucho más grande, de metal verde y pico que terminaba en un plato con muchos orificios, como los de las duchas.

Mi regadera plástica era más linda y moderna que la de metal de mis abuelos, pero no creo que haya sido ese el motivo por el que decidieron conservarla cuando se rompió.

Recipiente de cristal refractario Simax. Hecho en Checoslovaquia. Colección Cuba Material.

A Gertrudis Caraballo Gálvez, mi abuela, le encantaban los recipientes de cristal refractario. No para hornear; pocas veces la vi hornear algo en ellos. Los utilizaba para guardar la comida en el refrigerador y, muchas veces, para servirla en la mesa. En ellos guardaba, por ejemplo, col agridulce y pescados encurtidos. Siempre les decía Pyrex, como antes de 1959, cuando todavía esa marca se vendía en Cuba, sin hacer distinción entre los Pyrex y los recipientes socialistas.

Cada vez que viajaba a Checoslovaquia enviado por la empresa eléctrica, mi tío Leopoldo le traía un nuevo utensilio de cocina. Además de sartenes de teflón, cucharas de freír y termos, le regaló varios recipientes de cristal refractario.

Portavasos

Portavasos. Colección Cuba Material.

Mi mamá dice que estos portavasos son de origen socialista, pero no está segura. Tampoco sabe si mis abuelos los compraron en Cuba o si algún amigo o familiar se los trajo de regalo, al regresar de un viaje por Europa del Este o la URSS. Los usaron poco, en cualquier caso. Mi abuelo siempre prefirió los portavasos de cartón.

Con ellos, Cuba Material brinda por un 2018 feliz.

Salvavidas
balsa

Mi hermana recostada a una balsa. Circa 1981.

Cuba, se ha dicho, es un país de corcho. La frase se refiere, en realidad, a su gobierno, el de los últimos casi sesenta años, y en especial al hecho de que, durante todo ese tiempo, este se haya mantenido a flote a pesar de su pésima gestión económica y de haber atravesado crisis políticas tan graves como el Mariel o las Causas 1 y 2 de 1989. Se mantuvo a flote, incluso, tras la desaparición de la Unión Soviética y del bloque regional que ese país lidereaba.

Cuba Material despide el 2017 con balsas y salvavidas, todos comercializados en los años setenta y ochenta en la Isla, cuando la patana sobre la que flotaba su gobierno parecía bastante más segura. Después, durante la década siguiente, no se vendieron más. Desde entonces, los cubanos hemos intentado permanecer con la cabeza más o menos alejada del agua. Algunos, construyendo embarcaciones rústicas para llegar, con suerte, a Estados Unidos. Otros, pataleando con más o menos suerte.

balsa

Mi hermana y yo descansando en una balsa. Guanabo, La Habana. 1975.

Salvavidas

Eida del Risco nadando con un salvavidas. Alrededor de 1970. Cortesía Eida del Risco.

Salvavidas en forma de pulpo

Salvavidas en forma de pulpo. 1979. Foto cortesía de Ernesto Fumero.

Exposición Pioneros: Building Cuba's Socialist Childhood
Exposición Pioneros: Building Cuba's Socialist Childhood

Exposición Pioneros: Building Cuba’s Socialist Childhood, inaugurada el 17 de septiembre de 2015 en la Arnold and Sheila Aronson Galleries de Parsons School of Design, curada por María A. Cabrera Arús y Meyken Barreto.

Fragmento del texto que escribí imaginando un futuro museo del socialismo cubano para Beyond the Sugar Curtain: Tracing Cuba-Us Connections Since 1959. ¡Anímense a donar objetos o documentos desde ahora mismo!

Todos los recuerdos que poseo de la casa de mis abuelos, la que fuera a inicios de siglo una casona de arquitectura ecléctica en el barrio El Vedado, se relacionan con la increíble cantidad de trastos que guardaba. Mi generación, la que nació en la década de los años setenta, y todas las que le siguieron, creció en un entorno material doméstico que, antes de volverse ruinas, se había llenado de tarecos. Objetos en desuso, rotos, inservibles, gastados, mutilados, se guardaban en espera de una “segunda vuelta” en que pudieran servir para reemplazar, completar, reparar o simplemente “inventar” una nueva materialidad, solución temporal a la siempre predominante escasez.

La relación de los cubanos con el mundo material comenzó a cambiar en el mismo año 1959, cuando el nuevo gobierno impuso un arancel a las importaciones de artículos de lujo. Un giro de tuercas mucho más dramático lo constituyó, sin dudas, el racionamiento de una serie de artículos alimenticios de primera necesidad decretado en 1962 para hacer frente a la escasez que resultó de la mala administración socialista. Al año siguiente, se crearon las Oficinas de Control de Abastecimientos, conocidas como OFICODAs, y se decretó el racionamiento de una serie de productos no alimenticios, de factura industrial, que pasaron a adquirirse mediante cupones distribuidos en los centros de trabajo o, en su defecto, por los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) que existían ya en cada vecindad.

Desde entonces, con el mismo entusiasmo con que se habían dado a celebrar el triunfo de la Revolución Cubana, la Concentración Campesina del 26 de julio de 1959, la victoria de Playa Girón el 21 de abril de 1961, los carnavales que cada año reciclaban carrozas y serpentinas; el mismo entusiasmo con que celebrarían también la inauguración del Pabellón Cuba y de los mosaicos de La Rampa en 1963, el Salón De Mayo en 1967, el primer Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) en 1975 o el regreso a tierra, el 10 de octubre de 1980, del módulo de aterrizaje de la nave espacial Soyuz-38, tripulada por el primer cosmonauta cubano, los residentes de la isla se dedicaron a guardar todo lo que creían que en algún otro momento podrían necesitar. Tres décadas bastaron para almacenar una considerable cantidad de objetos antes de que la crisis económica causada por la caída del campo socialista a partir de 1989 y la desintegración de la Unión Soviética en 1992 obligara a echar mano de estas reservas materiales.

Desde el año 2012, la colección Cuba Material y el archivo digital homónimo se dedican a recuperar y preservar la cultura material que sobrevivió al período postsoviético, en el que los habitantes de la isla consumieron casi todo lo que habían guardado durante las décadas previas. Se trata de una colección de objetos que fueron guardados por su valor sentimental o aval político, porque aún continuaban en funcionamiento o porque de tanto atesorarlos para cuando las cosas se pusieran peor—así de avieso se presentaba el futuro—terminaron perdidos o sepultados entre otros tarecos, en los rincones más remotos de los closets y barbacoas. . . .

Leer texto completo en la edición no. 3 de Beyond the Sugar Curtain: Tracing Cuba-Us Connections Since 1959.

Perga
Pergas

Pergas. Colección Cuba Material.

La perga, un vaso desechable de cartón parafinado y capacidad de cerca de medio litro, era el recipiente donde servían la cerveza y la malta que se vendía a granel. Y era también el único vaso que los comercios usaban los carnavales.

Mi abuela guardaba varias tiras de pergas con diferentes diseños, lo que delata que no las adquirió en la misma ocasión. Ella tenía un cargo en el Comité de Defensa de la Revolución (CDR) de su cuadra, y con seguridad las obtuvo entre los suministros que el CDR recibía para organizar fiestas, ya fuera para agasajar a delegaciones extranjeras como ocurrió durante el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes que se celebró en Cuba en 1978, o para el disfrute de los vecinos del barrio.

Perga, dice Google, es el nombre de una ciudad turca que estuvo bajo dominio griego y persa, además de otras metrópolis. Y Atech, dice también el buscador, es una compañía de diseño establecida en Francia en 1986 que le puso ese nombre a sus macetas cónicas, de formas bastante similares a las de los recipientes cubanos.

Llama la atención que en un país donde en 1968, con la Ofensiva Revolucionaria, el gobierno cerró por un tiempo los bares, las imágenes reproducidas en las pergas celebren, precisamente, a los borrachos y las borracheras.

Perga

Perga. 1980s. Colección Cuba Material.

Perga

Perga. Colección Cuba Material.

Perga

Perga. Colección Cuba Material.

Y aquí, la fábrica de estos envases:

Fábrica de envases perga

Fábrica de envases perga. Rancho Boyeros, Habana. Foto cortesía César Beltrán.

Cantimplora militar
Cantimplora militar

Cantimplora militar. Colección Cuba Material.

Es posible que la escasez, la militarización del vestir y de la vida cotidiana en Cuba a partir de 1959, y la moda internacional fueran las principales causas de la popularidad de algunos accesorios y prendas de vestir militares en Cuba durante los años ochenta. Por ejemplo, todos queríamos tener un cinturón tipo zambrán, lo más parecido a los cinturones de color caqui que veíamos en películas y revistas extranjeras. Muchos varones, incluidos los rockeros, codiciaban las botas militares, tanto las de fabricación soviética como las cubanas, algo parecidas a las Dr. Martens que veían en los pies de los punks y rockeros capitalistas.

A falta de canecas u otro recipiente para llevar líquidos, las canecas militares aliviaron la sed de alcohol de muchos en conciertos y campismos.

La cantimplora de la foto, que encontré en casa de mis abuelos, es norteamericana. Su marca, Palco, producida por Worcester Pressed Aluminum Co. de Worcester, Massachusetts, era la del reglamento del ejército norteamericano y los Boyscouts y Girlscouts of America. No sé si fue mi abuelo quien la compró antes de 1959, para mi mamá o mi tío, o si mi tío la obtuvo en alguna movilización militar después del triunfo de la revolución.

h/t Gracias a la labor de detective de Jorge Gautier, he podido saber la marca de esta cantimplora.

Bolsa de sueros
Bolsa de sueros

Bolsa para extracción de sangre. Colección Cuba Material.

En la consulta de mi abuelo había un palo de madera de color verdoso, bordes cuadrados y puntas torneadas que se usaba para sostener las bolsas de los sueros. Por su aspecto, estoy segura de que estaba allí desde antes de la revolución, cuando mi abuelo y su papá daban consultas en la casa. Como en Cuba nada se bota, siguió allí, probablemente hasta el día de hoy.

Mi abuelo reutilizaba los nylons de las bolsas de suero para guardar jeringuillas y otros instrumentos. Me he encontrado estos dos en el estante de medicamentos.

Bolsa de sueros

Bolsa de sueros. Colección Cuba Material.

Estuche de plumones
Estuche de plumones

Estuche de plumones. Colección Cuba Material.

A mí me encantaban los estuches de plumones, quizás porque en la Cuba soviética en que me tocó vivir escaseaban, y por la rara nitidez y viveza de sus colores y trazo —por ese mismo motivo es que quizás odiara las crayolas—. De niña tuve solo un estuche de plumones, de la marca Rush-on, fabricada en Japón. En casa de mis abuelos, he encontrado otro estuche, sin marca comercial.

Estuche de plumones Rush-on

Estuche de plumones Rush-on. Hechos en Japón. Colección Cuba Material.

Envase del medicamento en gotas Tetracor. Producido por Chinoin, Fábrica de Medicamentos y de Productos Químicos de Budapest, Hungría. Colección Cuba Material.

Según el portal sobre las marcas genéricas y sus equivalentes, el Tetracor se emplea para tratar fallos respiratorios. Este, que se comercializaba en Cuba proveniente de la Hungría socialista, era producido por el laboratorio farmacéutico Chinoin, fundado en ese país en 1910, nacionalizado en 1948 y privatizado una vez más en 1991, cuando fue convertido en una empresa mixta con capital también francés.

El nombre del medicamento, de raíz griega, alude a un particular acorde musical, quizás parecido al silbido de quien no logra respirar bien. Curiosidades de los nombres.

Tamborcito artesanal
Tamborcito artesanal

Tamborcito artesanal. 1970s. Colección Cuba Material.

Mucho jugamos con este tambor mi hermana y yo, de pequeñas. No era un juguete. Mi papá lo compró en algún viaje que hizo al interior, por trabajo. Eran los años setentas había poco que comprar, mucho menos juguetes. Tenía una correa trenzada con tiras de cuero blancas y negras, que hace tiempo perdió.

Imagen tomada del blog Cooking Lessons.

Si repasamos las principales revistas sobre moda editadas en los Estados Unidos y Europa, o si hacemos una búsqueda en internet bajo los criterios «Cuba» y el nombre de cualquiera de estas revistas, encontraremos al menos un reportaje sobre la isla publicado en los últimos años. «Cuba Libre», «Soy Cuba» y «The New Cuba» son algunos títulos, pensados para satisfacer y/o despertar la curiosidad de los lectores. Buscando imágenes de algunos de estos reportajes creados por y para la alta costura internacional, descubro que algunas de las escenas e interiores se repiten de uno a otro, como también se han repetido los automóviles clásicos norteamericanos en muchos otros medios.

Por ejemplo, la cocina que la French Revue des Modes usó como locación para la sesión de fotos que la revista publicó en la primavera de 2010 es la misma que Andrew Moore fotografió para su libro Inside Havana, publicado en 2002. La French Review des Modes usó también la misma habitación de la casa de Josie Alonso, en la calle Calzada del Vedado, en la que en 2015 Annie Leibovitz desnudó a Rihanna para su reportaje «Cuba Libre» publicado en Vanity Fair.

En un país donde pululan las ruinas y espacios interiores otrora fastuosos y hoy venidos a menos, a los directores artísticos de estas revistas no parece interesarles la búsqueda de una locación original para sus photoshoots. Es posible que, entre los muchos trámites burocráticos que el gobierno cubano impone a los productores extranjeros para concederles permiso para trabajar en Cuba, incluya el requisito de que sea alguna institución o funcionario estatal quien «seleccione» y «recomiende» las locaciones, embolsándose con toda seguridad algún pago por ese concepto. De ser así, el gobierno cubano estaría beneficiándose económicamente no sólo del dinero que se ahorra no comprando materiales de de construcción para que los particulares puedan dar mantenimiento al patrimonio construido, sino también de los ingresos devengados por la explotación comercial de este.

La poca variedad de locaciones puede deberse, por otra parte, a la gestión personal de los propietarios de las pocas viviendas que aparecen en los fotoreportajes, quienes con toda seguridad habrán sabido cultivar contactos tanto en el gobierno de la isla como en el extranjero que les garantizarían el estar siempre en las listas de los posibles locales en los que la revista sobre moda de turno realizaría el próximo photoshoot.

Imagen tomada de Vanity Fair. 2016

Imagen tomada de French Revue des Modes.

Chapilla con número de inventario
Chapilla con número de inventario

Chapilla con número de inventario. Colección Cuba Material.

No sé cuándo comenzó esa práctica, pero ya en los años setenta, y durante todos los ochenta, todo el mobiliario de los centros escolares y de trabajo tenía su correspondiente chapilla de aluminio o calamina con un número de inventario. A veces, si no había chapilla, el número se escribía a mano, con pintura, preferiblemente roja, y mala caligrafía.

El estado cubano marcaba así los objetos de su propiedad, que en teoría era la propiedad del pueblo, pero que todos sabíamos no nos pertenecía, entre otras cosas porque jamás tuvimos poder de decisión sobre su estética, conservación o uso. Las chapillas, por lo general, se colocaban en lugares muy visibles, y podía ser que incluso entorpecieran el uso de lo que se inventariaba.

De esas chapucerías se burla la viñeta «Ali Wattwatt y los audacios«, escrita por Bruno Enríquez y publicada en Cubasolar, orientada a «educar» a la ciudadanía el uso correcto de los instrumentos de trabajo.

Chapilla de inventario

Chapilla de inventario. Instituto Cubano de Investigación y Orientación de la Demanda Interna. Colección Cuba Material.

aceite ricino aromatizado
aceite ricino aromatizado

Frasco de aceite ricino aromatizado. Comercializado por el MINSAP, Cuba. 1980s. Colección Cuba Material.

La primera vez que escuché mencionar el aceite ricino, fue en la escuela primaria. De vez en cuando, alguien lo traía a cuento para referirse a su sabor desagradable, siempre agregándole la preposición «de» a su nombre: aceite de ricino.

Este purgante se utilizaba en Cuba, también, para suavizar el pelo y, según la cronología de historia y política cubanas de Leopoldo Fornés Bonavia (publicada por Verbum en el 2008), el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) lo utilizó como método de tortura durante el gobierno provisional de Carlos Mendieta. Le fue administrado a los periodistas del diario Acción, dirigido por Jorge Mañach, el 12 de diciembre de 1934. Entre ellos se encontraban Francisco Ichaso, Jess Losada y Eduardo Héctor Alonso.

En su historia de Cuba, Hugh Thomas refiere que, «en mayo de 1939, Felipe Rivero, editor del semanario Jorobemos, quien había criticado al gobierno [de Federico Laredo Bru], fue obligado a beberse el contenido de una botella de aceite de ricino por cuatro matones no identificados, sin duda a sueldo del gobierno» (p. 534). También, según Thomas, en su alocución del 5 de agosto de 1951, transmitida por la CMQ, el político y líder del Partido Ortodoxo Eduardo Chibás se refirió a «los coroneles del aceite de ricino» (p. 585) minutos antes de dispararse el tiro fatal en el abdomen.

Wikipedia confirma que el aceite ricino, en efecto, se ha utilizado como método de tortura, ya que en elevadas dosis produce vómitos, diarreas agudas, náuseas y cólicos.

El aceite ricino, uno de los más antiguos que se producen, se conoce también como Palmacristi.

Limpiador suave Campeón
Limpiador suave Campeón

Limpiador suave Campeón. Hecho en Cuba. Colección Cuba Material.

En el envase se anuncia como limpiador de cazuelas, fregaderos, azulejos, lavamanos, etc., un limpiador multiusos, quitagrasas, en polvo, producido por la industria cubana. La fama del producto hizo del nombre de esta marca un sustantivo genérico con el que los cubanos, aún hoy, designamos cualquier tipo de detergente en polvo o limpiador.

leche en polvo descremada La Lechera
 leche descremada en polvo ECIL

Envase de leche descremada en polvo ECIL. Producida por la Empresa del Combinado Industrial Lácteo (ECIL), hoy Empresa de Productos Lácteos. Colección Cuba Material.

Cuando el gobierno cubano vendía leche en polvo en moneda nacional en el mercado normado, esta venía envasada en paquetes de nylon. Conservo los envases de dos de las marcas, ECIL y La Lechera, la segunda todavía en venta en los años ochenta.

ECIL es el acrónimo del Combinado Lácteo, empresa fundada en 1971 en la provincia de Las Villas. Es también el nombre con que se conoce el poblado villaclareño El Lácteo, precisamente por la ubicación allí del Combinado de la leche. La leche descremada en polvo La Lechera, en cambio, se producía en La Habana en la Empresa de Productos Lácteos Metropolitana.

leche en polvo descremada La Lechera

Envase de leche en polvo descremada La Lechera. Producida por la Empresa de Productos Lácteos Metropolitana. Colección Cuba Material.

lecciones de idioma ruso
lecciones de idioma ruso

Discos de acetato con lecciones de idioma ruso, editadas por el semanario Novedades de Moscú. 1975-1976. Donación de Mirta Suquet. Colección Cuba Material.

Era bonito el diseño psicodélico de estos discos que enseñaban el vocabulario del casi psicodélico idioma ruso. En la contracubierta, en ruso, inglés, francés, español y árabe, se lee:

El semanario NOVEDADES DE MOSCÚ publicará en los años 1976-1976 una guía de conversación de idioma ruso. Las lecciones correspondientes irán en 6 grabaciones.

Las suscripciones pueden formalizarse a través de las respectivas firmas de su país que mantienen contactos con «Mezhdunaródnaya Kniga» y se encargan de distribuir las publicaciones periódicas soviéticas.

Dirección del semanario Calle Gorki  16/2 Moscú K-9, URSS

h/t: Gracias a Tamara Álvarez por la traducción del título.

Estuche para lápices
Estuche para lápices

Estuche para lápices. Hecho en la República Popular Democrática de China. 1980s. Regalo de Mirta Suquet. Colección Cuba Material.

A la escuela primaria llevaba los lápices y los bolígrafos (en primer y segundo grado nos obligaban a escribir con bolígrafo) en un estuche de vinyl, tipo funda, que mis padres mandaron a hacer con un talabartero. Cerraba con un zíper y hacía juego con la mochila tipo maletín que mis padres le encargaron a ese mismo artesano cuando comencé el primer grado, en 1979.

Ya para cuando entré a la secundaria, las tiendas estatales alguna que otra vez vendían, en cantidades limitadas y a precios elevadísimos, bolsos de nylon y estuches para lápices importados de China, país cuyos bienes de consumo casi se acercaban a la idea que teníamos, al menos en El Vedado, de las cosas «de afuera». Muy pocas familias, por lo general de profesionales, dirigentes, administradores estatales o «bisneros», podían comprar estos productos. A lo más, mi hermana y yo alcanzamos a tener, alrededor de 1985, un bolso de nylon para llevar los libros a la escuela.

Uno de los estuches para lápices que ilustran este post, cuando su dueña ya no los utilizó más para la escuela, fue utilizado como estuche de cosméticos. Aún tienen pegadas láminas de colorete y de sombras compactas para ojos que alguna vez recibió como regalo de los «quince».

Estuche para lápices

Estuche para lápices. Hecho en la República Popular Democrática de China. 1980s. Regalo de Mirta Suquet. Colección Cuba Material.

Estuche para lápices

Estuche para lápices. Hecho en la República Popular Democrática de China. 1980s. Regalo de Mirta Suquet. Colección Cuba Material.

Juego de mesa Estrategia Militar
Juego de mesa Estrategia Militar

Juego de mesa Estrategia Militar. Hecho en Cuba por la Industria Ligera. 1980s. Regalo de Mirta Suquet. Colección Cuba Material.

En el Círculo de Interés de la Sociedad de Educación Patriótico Militar (SEPMI) del Palacio de Pioneros de Pinar del Río, se estudiaba el juego de mesa Estrategia Militar. Fundada el 28 de enero de 1980, la SEPMI desapareció en 1992. Según Diario de Cuba, la SEPMI, «que tuvo entre sus instructores, para formar pilotos de aviación, a René González, uno de «los Cinco»[,] reclutaba a adolescentes, bajo el eufemismo de «la guerra de todo el pueblo», con el fin de adoctrinar a los futuros paracaidistas, especialistas en telecomunicaciones, choferes profesionales, francotiradores, ingenieros militares de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)».

Hubo quien se matriculó en este Círculo de Interés para estar cerca de un muchacho de quien estaba enamorada.

Perfume Moscú Rojo

Perfume Moscú Rojo. Regalo de Mirta Suquet. Colección Cuba Material.

Durante los años setenta Cuba importó una variedad de perfumes baratos, de esencia sintética, fabricados en la URSS y otros países de Europa del Este. Además del famoso Moscú Rojo, estuvieron a la venta en las tiendas del mercado paralelo los perfumes Acacia Blanca, Romeo, Violeta, entre otros. Sus nombres, a diferencia de los de muchos otros productos soviéticos, no fueron traducidos al español para el mercado cubano (valdría la pena investigar las derivas de los nombres de marca y su traducibilidad del cirílico al español). Llama la  atención también el hecho de que, con excepción del perfume Moscú Rojo, casi todos los demás frascos que conservo poseen gran parte del contenido original.

Perfume Acacia Blanca

Perfume Acacia Blanca (Biélaia Acatsia). Hecho en la URSS. Colección Cuba Material.

Perfume Violeta. Hecho en la URSS. Colección Cuba Material.

Perfume Romeo

Perfume Romeo. Hecho en la URSS. Colección Cuba Material.

h/t: Tamara Álvarez y Alexis Jardines, quienes tradujeron los nombres.

Envase de bombillo Tungsram. Hecho en Hungría. Colección Cuba Material.

Hace unos años, el estado cubano recogió los bombillos incandescentes que aún quedaban en los hogares. Parte de lo que se conoce como «revolución energética» consistió en sustituir estos bombillos por focos ahorradores, de filamento fluorescente. Me cuentan que, como cuando sustituyeron los viejos refrigeradores americanos, en cada casa se presentó un inspector estatal que contabilizó los bombillos existentes para luego reemplazarlos por bombillos ahorradores que, supongo, las personas debieron de comprar. Estos, los bombillos ahorradores, pequeños y de poca capacidad de iluminación, son los responsables de la luz mortecina y hambrienta que vemos en los interiores de las casas y comercios cubanos, todos invariablemente de escasa iluminación.

Poco después, mientras registraba la antigua vitrina de la sala de mis abuelos, encontré un bombillo incandescente Tungsram que nadie vio cuando los inspectores estatales se personaron para efectuar el cambio de bombillos. Mi abuelo se preocupó por el gasto energético que sus 100 watts conllevarían si algún día se veía en la necesidad de utilizarlo. Mi mamá me sugurió fotografiarlo para Cuba Material. Todos estuvimos de acuerdo en devolverlo a su sitio en el fondo de la vitrina. Cualquier día se podría necesitar.

Además de los bombillos incandescentes Tungsram, fabricados en Hungría, en Cuba se comercializaron otros dos tipos de bombillos incandescentes fabricados en Alemania en los años 1980s. Las marcas Osram y Narva, la primera de Alemania occidental y la segunda de Alemania del Este, aunque producida con tecnología Osram, se vendieron en ferreterías y establecimientos del mercado no racionado durante los años ochenta. Algunos  también sobrevivieron la recogida de bombillos incandescentes que el gobierno cubano llevo a cabo hace poco más de una década. He encontrado asimismo un bombillo soviético de marca Dredl o Predl, y uno polaco de marca Polam, los que, supongo, también se vendieron en Cuba por aquella época.

Algunos de estos bombillos, sin embargo, no son para uso doméstico. Mi abuelo los guardaba como repuesto para aparatos de fotografía o mecánica.

Caja de bombillos Tungsram. Hechos en Hungría. Colección Cuba Material.

Bombillo Polam. Hecho en Polonia. Colección Cuba Material.

Envase de bombillo Narva. Hecho en la RDA. Colección Cuba Material.

Bombillo Dredl. Hecho en la URSS. Colección Cuba Material.

nota: La película All my girls se desarrolla en parte en la fábrica estatal de bombillos Narva.

Bono de gasolina especial
Bono de gasolina especial

Bono de gasolina especial. Imagen tomada del blog Libreta de apuntes.

El 2 de enero de 1968, el gobierno cubano decretó el racionamiento de la gasolina. A los choferes de autos europeos se les asignó 8 galones al mes, mientras que a los dueños de automóviles norteamericanos se les asignó 20 galones. En Libreta de apuntesel blog de Norberto Fuentes:

. . . El buen amigo Rafael del Pino, Rafa el Infalible, me hace llegar un bono de gasolina para que pueda enfrentar la eventualidad de que el tanque se me quede seco en el camino. Es el bono que traía en su billetera cuando se montó con toda su familia en el Cessna que lo trajo a los Estados Unidos. A tenor de que para un lector extranjero o muy joven resulta una incógnita el bono y su uso durante largos años del proceso, sí les puedo asegurar que este es un buen bono. Por lo menos Del Pino no tuvo que deshacerse de él ante la exigente mano del pistero mediante el cual confirmaba que él, el general Rafael del Pino, héroe de la aviación revolucionaria, con un número certificado de derribos en la batalla de Bahía de Cochinos y un sinfín de misiones internacionalistas, estaba autorizado a recibir en el tanque de su coche Lada la cantidad prevista de cinco litros de gasolina. No hubo necesidad de gastarlo y Del Pino ha recorrido miles de kilómetros con el documentito en el bolsillo desde que despegó para siempre —en 1987— de una pista habanera, la de Ciudad Libertad. Cinco litros que nunca se consumieron. ¿O Rafael los donó exprofeso a la patria antes de su partida?

Tela antiséptica Bebitex

Tela antiséptica Bebitex. 1973. Colección Cuba Material.

Cuando nació mi hija, en el 2002, el sistema de racionamiento de productos industriales me asignó algunos metros de tela antiséptica para hacer pañales y culeros de bebé. Cuando fui a comprar la tela, por insistencia de mi abuela, me entregaron sin envoltura o envase los metros que tenía derecho a adquirir. Lo que compré tampoco tenía etiqueta o nombre comercial. Entregué el cupón correspondiente y pagué unos pocos pesos y, a cambio, me llevé a casa varios pliegos de la tela blanca con la que las madres cubanas confeccionan desde hace al menos medio siglo los pañales de sus hijos, festoneados y bordados por ellas mismas o por sus madres, abuelas, vecinas o costureras.

Cuando yo nací, en 1973, ya el gobierno cubano había racionado la venta de tela antiséptica. Para adquirirla era necesario poseer el cupón o casilla correspondiente de la libreta de racionamiento que se otorgaba a las embarazadas y los recién nacidos. La tela antiséptica de entonces tenía nombre comercial: bebitex, y se vendía con una envoltura de nylon donde podía leerse el nombre y las especificidades del producto, adornados con motivos infantiles. Era además un producto de fabricación nacional.

En algún momento dentro de las tres décadas que median entre el nacimiento de mi hija y el mío, desaparecieron el empaque de nylon y la marca comercial. Hoy en día posiblemente ni si quiera se produzca tela antiséptica en la Isla.